Introducción
Después de muchos años de realizar terapias a parejas que consultan por disfunciones sexuales hemos observado una mayor cantidad de dificultades para dar soluciones a los problemas femeninos que a los masculinos.
El varón en general consulta, solo o en pareja, por algún déficit en su rendimiento coital, mientras que la insatisfacción sexual femenina se centra habitualmente en la interacción vincular y sus reclamos hacia los varones suelen ser mayores que los de estos hacia aquellas.
Tomando en cuenta estas observaciones se ha intentado reflexionar sobre la problemática de la sexualidad femenina atendiendo a las características de los reclamos que plantean las mujeres y las dificultades que presentan los varones para su integración vincular de pareja.
Los seres humanos, independientemente de sus características personales, su cultura o religión, están marcados por su sexualidad, incluso aquellos que la niegan o dicen no practicarla o se muestran indiferentes o ajenos a ella. Surge, entonces, la necesidad de tener que dar soluciones a la problemática que presentan, como un desafío singular para los terapeutas sexuales.
Sabemos, al comenzar este tercer milenio, que tanto varones como mujeres siguen presentando dificultades para disfrutar de la sexualidad y que en el mundo abundan las investigaciones que plantean estas dificultades.
Durante el siglo pasado prestigiosos científicos se abocaron a la investigación de la sexualidad humana. Entre otros, por ser los más renombrados, Freud en Europa, Kinsey y posteriormente Masters y Johnson en USA escudriñaron hasta lo más profundo las raíces de la sexualidad poniendo como centro de atención la sexualidad del varón y por añadidura su extensión a la de la mujer.
La llamada revolución sexual de la década del sesenta, el empuje feminista, la píldora anticonceptiva y últimamente la creación de la droga para la erección infalible, entre otros sucesos, abrieron las compuertas a la expresión más abierta de la comunicación sexual entre las personas.
No obstante ello, poco se ha estudiado sobre la sexualidad de la mujer con un sentido humanístico independiente del referente básico de la sexualidad del varón.
Esto, pensamos, ha determinado que las llamadas terapias sexuales, que han sido una verdadera revolución en la clínica sexológica, han visto recortadas sus posibilidades de éxito en muchísimos casos.