En 1611 se decidió trasladarlo a un solar, hoy delimitado por las siguientes arterias: México, Defensa, Chile y Balcarce, de existencia rudimentaria. Las cosas cambiaron cuando la institución fue confiada a los padres betlemitas quienes lo atendieron hasta su clausura definitiva acaecida en 1822. Este primer loquero se denominó Hospital San Martín o de Santa Catalina y allí se confinaban vagos y mendigos de la vía publica además de dementes internados derivados por el Cabildo. Según las crónicas de la época, hacia 1799 los convalecientes, incurables, locos y contagiosos ocupaban dos ranchos aparte, contiguos al edificio del Hospital. La decadencia del Hospital San Martín comenzó cuando fue expulsado el superior de los betlemitas, Fray José de las Ánimas, por haber participado activamente en la conspiración de Álzaga.
De manera tal que, en el Río de la Plata, los alienados de raza blanca eran recluidos en celdas conventuales. A los negros se los destinaba a las cárceles de los Cabildos, construidas con geométrica austeridad.
El primer alienista del que se tiene recuerdo fue don Martín Diego Alcorta (1801-1842). Éste realizó la primera contribución psiquiátrica comunicada en el país que resultó la tesis sobre la “Manía Aguda”. Las ideas del revolucionario francés, Felipe Pinel (1745-1826) y del monárquico también francés Juan Esteban Dominico Esquirol (1772-1840) gravitaron en Alcorta y determinaron la elección de su tesis doctoral escrita en 1827.
Uno de los primeros médicos que fijaron su residencia en Buenos Aires, el coronel don Francisco de Argerich y Baliat llegado el 18 de Marzo de 1752, médico catalán de los jesuitas en Buenos Aires y otras órdenes religiosas; es el primero de los Argerich en ejercer la Medicina en el Virreinato.
Francisco Argerich se casa con la dama porteña María Josefa del Castillo Busquez, teniendo 18 hijos de los cuales uno nace en la ciudad de Buenos Aires el 26 de Setiembre de 1758 siendo Cosme Mariano Argerich (1758-1820).
En 1776, su padre lo envía a estudiar a España, donde obtiene en 1783 el título de Medicina del Gremio y Claustro de la Real y Pontificia Universidad de Cervera (Barcelona), y se casa allí con la joven Margarita Marti. Se destacó ejerciendo su profesión en Barcelona.
Cosme Mariano vuelve a Buenos Aires en 1784 y es nombrado Médico del Colegio de Huérfanos, y al tiempo se convierte en el Primer Examinador del Protomedicato.
En 1786 nació su hijo, Francisco Cosme (bautizado con el nombre de su abuelo y de su padre).
Cosme Mariano Argerich fue uno de los fundadores de la Escuela de Medicina en 1802, dictaba nosografía y medicina legal a sus alumnos de su curso en el Hospital General emplazado frente a la Iglesia de San Pedro Telmo, en la actual calle Humberto 1°. Recordemos que el 9 de noviembre de 1822, la Sala de Representantes autorizó al gobierno a invertir una fuerte suma para construir el Hospital General de Hombres, en cual se incluiría una sección llamada Cuadro de Dementes. Allí se mantenían encerrados y con un centinela en la puerta los locos y, el médico sólo los visitaba si padecían alguna enfermedad que no fuera su demencia.
Como dijimos, Argerich padre fallece en 1820. Dos años después, su hijo Francisco Cosme Argerich (1784-1842), nacido en España y muerto en Montevideo, fue profesor de medicina legal de la Universidad de Buenos Aires y médico interno en el Cuadro de Dementes del Hospital General de Hombres.
Caída la Federación en 1852 y reinstalada en todas sus funciones la Sociedad de Beneficencia, a la vez se organizó la Comisión Filantrópica, que corría con todos los asuntos relacionados con la Salud Pública. Ésta destacó una comisión inspectora en la residencia de Belén, vale decir, el Hospital General de Hombres, cuyo “Cuadro de Dementes” era, de hecho el Manicomio de la Ciudad, a fin de proponer las reformas adecuadas y necesarias.
En 1854 se promulgó una ley que establecía la plena administración comunal del Hospital, siendo la principal preocupación de ésta el hacinamiento de los alienados en el Cuadro de Dementes.
Así, el 11 de agosto de 1857, la Municipalidad acordó la creación de una Casa de Dementes que debía construirse en los terrenos de la Convalecencia. Por fin se llega al 11 de octubre de 1863, fecha en que al norte de la Convalecencia se terminó de construir la Casa de Dementes cuya entrada principal era la calle de la Convalecencia. Recordemos que en 1893 pasó a llamarse “Vieytes” y en 1968 pasó a ser “Barracas”. Por último, en 1991, “Dr. Ramón Carrillo” hasta la actualidad.
Volviendo, la Casa de Dementes fue habilitada por el Dr. Ventura Bosch y, gracias al benemérito administrador Francisco de Paula Munita y a su sugerencia fue bautizada con el nombre de su fundador: “Hospicio de San Buenaventura”.
Durante varios meses hizo el servicio médico en calidad de director el Dr. José Teodoro Baca, que era Segundo Vigilante de la Augusta y Venerable Logia “Consuelo del Infortunio” y concejal municipal por la Parroquia de San Telmo y estaba apoyado por la Municipalidad y la logia que integraba.
En 1886 la Facultad de Medicina creó la Cátedra de Clínica Psiquiátrica propuesto por el Dr. Domingo Cabred, designándose como director de la misma al Dr. Lucio Meléndez.
Posteriormente, el 8 de mayo de 1887, por iniciativa del Dr. Lucio Meléndez, a la sazón también director del Hospicio, la Municipalidad, cuyo intendente era Don Torcuato de Alvear acordó denominarlo: “Hospicio de las Mercedes”, y procedió a su inauguración.
En 1905 el establecimiento es declarado Hospicio Nacional. En el mes de octubre de 1949 el ministro Ramón Carrillo designó al Hospicio de la Mercedes con el nombre de “Hospital Nacional Neuropsiquiátrico de Hombres” y en 1967 adquirió el nombre de “Hospital Nacional José T. Borda”. Desde hace unos años al pasar al ámbito del Gobierno de CABA se lo denomina “Hospital Interdisciplinario Psicoasistencial Dr. José T. Borda”.
Por su parte, la idea del el primer manicomio de mujeres nace 1790 cuando la Hermandad de la Santa Caridad adquirió un terreno que luego sería la sede del Hospital General de Mujeres. Este nosocomio pasó a ser estatal en 1822, hasta que Rosas le retiró toda ayuda económica y debió ser mantenido por la caridad pública. En su interior se instaló el Patio de Dementes, similar que tenía el hospital de hombres.
Con anterioridad, en el predio de la vieja cárcel de mujeres (situada en Humberto I entre Balcarce y Defensa), el virrey Vértiz estableció la Casa de Corrección, donde fueron depositadas rameras e insanas. Las reclusas financiaban con su trabajo los gastos de manutención y vestuario, siendo este el precio que la sociedad les imponía para solventar su redención. La mayor problemática correspondía a las enfermas catalogadas como “furiosas” (excitaciones psicomotrices), pues se imponía como norma su aislamiento seguido de contenciones con cadenas o cepos, baños fríos y amansamiento con rigurosa dieta y una buena dosis de agresiones físicas, generalmente aplicada por celadores encargados del sector.
De manera tal que tanto en el hospital de hombres como en el de mujeres, existieron los llamados “Patios de Dementes”; en realidad, solo eran apartados anexos, cuidados por celadores. Éstos serían el núcleo histórico precursor de los actuales servicios de Psicopatología de los hospitales generales.
Así, la problemática social, que encendió la llama de la idea de crear los “Patios de dementes” en el hospital de mujeres, estuvo dada por la situación de abandono, maltrato e indigencia en que se encontraban las mujeres alienadas para el 1852.
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