V. ¿Son los trastornos sexuales intrínsecamente trastornos mentales?
El DSM se ha organizado con un enfoque por categorías de las clasificación de los trastornos mentales desde su tercera edición (APA, 1980). Aunque el texto reconoce los problemas que hay con el enfoque por categorías, estos problemas son particularmente evidentes con las parafilias. Los trastornos parafílicos no tienen límites claros. Los estudios de individuos con intereses sexuales poco habituales demuestran que no se distinguen de los que tienen intereses sexuales “normofílicos” (ej., convencionales).
La investigación clínica existente no distingue que los individuos con parafilias necesariamente presenten trastornos mentales per se por ser parafílicos. Es decir, existen individuos parafílicos con trastornos mentales asociados y otros sin ellos. De manera tal, no existe la clase distinta y demostrable de los “parafílicos”, excepto por la creada según sus intereses sexuales específicos, a priori, como evidencia de psicopatología.
La incapacidad de definir la sexualidad “saludable” o de definir las características de los individuos con una parafilia de otros que no la tienen, sugiere que la distinción no existe y que la categoría es inválida.
Es indudable que algunos individuos pueden experimentar problemas psiquiátricos relacionados con sus intereses y conductas sexuales tanto “normofilícas” como “parafilicas”. Así también problemas relacionados con las conductas e intereses sexuales “normofílicos” o “parafílicos”, asociados con angustia o disfunciones se tratan con diagnósticos diferentes a priori de carácter no sexual.
No podemos encontrar ninguna razón lógica o científica por la que algunas conductas e intereses sexuales que se designen como parafílicos sean por ello consignados como trastornos mentales. Las perturbaciones sexuales son una categoría distinta de las enfermedades mentales que pueden o no estar asociadas a trastornos mentales.