III. El ciclo de la respuesta sexual humana
Cuando de habla de respuesta sexual humana, se hace referencia a los cambios somáticos y psicológicos que comienzan a tener lugar en una persona cuando ésta se siente motivada y activada sexualmente.
Los cambios fisiológicos se conocen desde que Masters y Johnson llevaron a cabo el primer estudio de laboratorio sobre la respuesta sexual en 1966, pero los cambios psicológicos aún no son tan conocidos, ni como interactúan con los fisiológicos a lo largo de todo el proceso.
La secuencia de cambios fisiológicos descriptos por Masters y Johnson se dividen en cuatro fases (tétrada): ascenso de la excitación, meseta, orgasmo y resolución (1966).
Posteriormente en 1979 Helen Singer Kaplan reconceptualiza el ciclo en una tríada fásica: deseo, excitación y orgasmo.
Teniendo en cuenta estas consideraciones se pueden describir las distintas fases aunando ambos criterios ya que no son contradictorios sino complementarios. (Ver gráfico)
1. Deseo
Es un apetito o impulso producido por la activación de un sistema neural específico en el cerebro, como el sistema límbico, núcleos hipotalámicos, región preóptica y centros neurológicas de placer-dolor, excitación-aversión y conexiones con otras áreas como las mnésicas que integran la experiencia vital del individuo: hormonas, receptores químicos y neurotransmisores como la testosterona, la dopamina, las endorfinas, los factores de liberación de la hormona luteinizantes que favorecen el deseo y otros como la serotonina ,el dolor, la hostilidad, el enojo etc. que lo inhiben, es decir, existen factores biológicos y experienciales que condicionan el deseo sexual.
En términos generales el impulso sexual a nivel fisiológico se experimenta como tensión psicosomática que necesita ser descargada. Cuando la tensión psicosomática se experimenta como sexual, la persona se siente psíquicamente motivada a buscar una experiencia sexual o, sentirse receptiva a ella.
La testosterona, entre otros factores, juega un papel crucial tanto en el varón como en la mujer en la activación del deseo sexual, siendo ésta última más sensible con menor nivel de concentración siendo por lo tanto equiparable el deseo en ambos sexos.
Si bien no podemos hablar de diferencias entre el varón y la mujer respecto a la regulación fisiológica del deseo sexual, frecuentemente se hallan algunas diferencias entre ellos respecto a los estímulos que los despiertan o inhiben debido a condicionamientos culturales, hecho que en los últimos tiempos a expensas de la liberación femenina se hace cada vez menos perceptible.
2. Excitación
Como consecuencia de la estimulación sexual tiene lugar la excitación sexual física evidenciada fisiológicamente por la vasocongestión del área genital.
En la mujer por la vasocongestión de las paredes vaginales se producirá un trasudado que humedecerá el canal vaginal trasformando una cavidad virtual en real y servirá así para favorecer la penetración peneana y evitando así molestias o daños durante el coito.
Además con esta lubricación se expande la vagina, los labios mayores se separan de la línea media, los labios menores se engrosan y el clítoris también aumenta de tamaño. El útero, por su parte va ser empujado hacia arriba. Asimismo, se produce también la erección de los pezones y un ligero aumento del tamaño de las mamas.
A medida que aumenta la excitación se produce una fuerte hinchazón del tercio externo vaginal, fenómeno que se denomina formación de la plataforma orgásmica. El clítoris se retrae hacia el pubis y se oculta bajo su capuchón, no siendo posible estimularlo de forma directa, aunque sí indirectamente a través de las caricias en el monte de Venus o en los labios.
Los labios menores duplican su tamaño, lo que provocará una mayor separación de los labios mayores cambiando ambos de color rosado a rojo encendido signo inminente de próximo orgasmo si no cesa la estimulación. Aparece el rubor sexual cuando la excitación es importante que consiste en unas manchas rojas que inician su despliegue en la parte inferior del abdomen, pudiendo extenderse por el pecho, cuello, nalgas, brazos, etc.
En el varón, la primera señal de excitación sexual es la erección del pene debida al acúmulo de sangre que llena los espacios libres de los cuerpos cavernosos y esponjosos y que lo dilatan contra su envoltura externa.
Además de la erección peneana, la piel de las bolsas escrotales se alisa y los testículos comienzan a elevarse y a aumentar ligeramente de tamaño llegando a tomar contacto con el perineo signo inminente de que se aproxima el orgasmo.
En ocasiones, en los momentos de alta excitación sexual, puede aparecer unas gotitas de fluido segregado por las glándulas de Cowper, que salen al exterior, portando frecuentemente algunos espermatozoides vivos. Esto hace que el método del “coito interrumpido” como anticonceptivo sea poco fiable.
3. Orgasmo
El orgasmo, tanto en el varón como en la mujer supone la liberación de la tensión sexual acumulada durante la excitación, a través de una serie de contracciones reflejas fundamentalmente de los músculos que rodean los genitales.
Así en la mujer se observan una serie de contracciones rítmicas de los músculos perivaginales, la plataforma orgásmica y el útero con un intervalo de 0,8 x”. En realidad, existen en la mujer diversos tipos de localizaciones (múltiples estímulos) ya sean superficiales o profundos (vulvar, vaginal, clitorídea, uterino, ”punto G” ,etc.) que son centrífugos al cerebro y desencadenan el orgasmo, que es único y centrifugo al cuerpo .
El orgasmo se detona según un umbral móvil, (símil al doloroso), es decir, que es mas alto o bajo de acuerdo al mayor o menor grado de facilitación o inhibición cerebral.
Recordemos que, la mujer es potencialmente multiorgásmica, es decir, que puede conseguir orgasmos seguidos sin que descienda para nada el nivel de excitación sexual.
Cabría decir que, también acerca de la discusión sobre la existencia o no de eyaculación femenina durante el orgasmo que aunque existen datos que apoyan esta posibilidad (investigaciones de Ladas Wipple y Perry 1982 sobre el punto G), parece escasos el número de mujeres que expulsen algún fluido durante el orgasmo que difiera de la orina.
El punto G deviene del anatomopatólogo y ginecólogo alemán Ernesto Grafenberg que descubrió en 1944 un área localizada directamente detrás del hueso del pubis en la mujer en el interior de la cara anterior de la vagina que era diferente al tejido de esta y que era parecido al prostático (rudimento embrionario de la próstata masculina) y que su estimulación erótica producía orgasmo.
En 1988 un grupo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Northwestern en USA postularon la existencia de otro punto erótico que denominaron punto U en el introito vaginal. que tuvo poca escasa repercusión
En la década del 90 el médico malayo Chee Ann Chua habla de la existencia del punto A, (“hot zone”) zona AFE (anterior fornix erogenous) al que se accede en posición ginecológica en la mitad superior de la pared vaginal anterior y que se puede alternar con la estimulación del punto G.
En el varón se describe también un punto erógeno, el punto de O’Bannion en la zona que está en el fondo de la bolsa escrotal y el orificio anal y que se describió como el homónimo del punto G femenino
En el varón se asocia habitualmente la eyaculación al orgasmo. Si bien el orgasmo y la eyaculación suelen producirse en forma simultanea en la mayor parte de los varones y en la mayor parte de las ocasiones ambos procesos deben ser distinguidos como distintos, ya que la eyaculación hace referencia exclusivamente a la expulsión del líquido seminal a nivel genital, mientras que el orgasmo supone las sensaciones psíquica que acompañan a la descarga de la tensión sexual acumulada a nivel cerebral.
En lo referido a este tema, existen algunas divergencias. Así algunos investigadores (Hartman y Fithian 1984) piensan que al igual que en la mujer, en el varón existe una capacidad multiorgásmica como esta descripta en la antigua vía china hacia el éxtasis de El Tao del amor y del sexo.
De acuerdo a ello los varones con un entrenamiento adecuado son capaces de tener orgasmos múltiples (sucesivos) antes de eyacular.
Se distingue en la eyaculación dos subfases: emisión y expulsión
La emisión sobreviene como consecuencia de las contracciones reflejas del epidídimo, conductos deferentes, vesículas seminales y próstata, que acaban por depositar el líquido seminal en la parte posterior de la uretra.
Una vez que comienzan estas contracciones miotónicas de estos canalículos que son de músculo liso, por lo tanto involuntario, el varón siente la inevitabilidad eyaculatoria, es decir, aparece la sensación de que ya no puede controlar el proceso que se ha disparado.
Esto ocurre por falta de entrenamiento del esfínter externo de la uretra que es de músculo estriado y por lo tanto voluntario. Así la presión intra-canalicular del líquido seminal que avanza al no encontrar la contención voluntaria del esfínter uretral que frene la eyaculación, la expulsión seminal se torna inevitable.
La expulsión sobreviene con la salida del semen por la uretra del pene debido a las contracciones rítmicas 0,8x” de los músculos que rodean a los genitales que hacen que el semen salga con gran fuerza disminuyendo luego en intensidad y espaciandose más temporalmente.
Si el varón puede controlar la eyaculación por el entrenamiento antes mencionado, puede disociar la eyaculación (que se produce en la zona genital) del orgasmo (que se dispara en los centros cerebrales) como acontece con los orientales que hacen un culto del placer, son multiorgásmicos igual que las mujeres y solo eyaculan para fecundar. El semen se reabsorbe generando mayor potencia según el criterio de las técnicas orientales de relajación.
4. Resolución
Durante esta fase, todos los cambios acaecidos en la fase de excitación comienzan un proceso de inversión en el que recuperan su estado de reposo anterior a la excitación.
Tras la eyaculación el varón uniorgásmico entra en una fase de resolución el denominado período refractario en el que ha de producirse una recuperación fisiológica, antes de que el varón pueda volver a tener erección y como consecuencia de ello eyacular nuevamente. La duración de este período varía de un individuo a otro siendo la edad un factor importante (a mayor edad más largo suele ser este período).
A este período en el varón Helen Singer Kaplan afirmó que era un problema cultural (falta del entrenamiento para controlar la eyaculación antes mencionado), por eso en su curva de la respuesta sexual describió un tríada en vez de una tétrada, colocando una cruz en el periodo refractario.
En la mujer desaparece la plataforma orgásmica, el útero y el clítoris recuperan su posición anatómica habitual y la vagina, labios y mamas adoptan su estado característico de reposo.
Se resumirá esquemáticamente las observaciones de Masters y Johnson con referencia a la respuesta sexual humana:
En el varón:
a) a nivel extragenital:
- mama: erección del pezón (M)
- Enrojecimiento de piel (rush parcial)
- Miotonía: voluntaria en (M) involuntaria en (M y O)
- Recto: contracción voluntaria en (M) involuntaria en (O)
- Hiperventilación al final de (M) hasta 40 x’ en (O)
- Taquicardia hasta 180 x’ en (O)
- Presión arterial + de 100 mm de Hg en la máxima, + de 50 mm de Hg en la mínima
- Sudoración en napa en (R) sobre todo manos y pies
b) a nivel genital
- Pene: erección precoz y fugaz en (A de E), lenta y eficaz con aumento de tamaño en (M), contracción involuntaria 0,8 x” en (O), lenta detumescencia en (R).
- Testículo: elevación y aumento de tensión del cordón en (M)
En la mujer
a) a nivel extragenital
- Mamas: erección del pezón con aumento tamaño (A de E, M y O), disminuye (R).
- Enrojecimiento de la piel maculo-papular
- Miotonía: aumento voluntaria en (A de E), involuntario en (M y O)
- Recto: contracción del esfínter en el (O)
- Hiperventilación 40 x’ en el (O)
- Taquicardia 180 x’(O)
- Presión arterial: + de 80 mm de Hg de máxima, + de 40 mm de Hg de mínima
- Perspiración en napa (R).
b) a nivel genital
- clítoris: tumefacción y elongación en (A de E y M)
- vagina: lubricación en 30” por vasocongestión, desarrollo de la plataforma orgásmica 1/3 inferior, contracción involuntaria 0,8 x” (A de E y M), aumento en ancho y largo (M y O) disminución en el (R).
- Útero: elongación perineal (antero posición cuerpo y cuello), contracción de fondo y cuello con apertura del orificio externo (O)
- Labios mayores: aplanamiento, separación y elevación edema e ingurgitación de la mucosa