13. La dignidad de la persona y la moral
La consideración de la dignidad de la persona pasa por reconocer lo que se entenderá por tal expresión. Su tratamiento implica el reconocimiento de la individualidad del hombre, sus potencialidades, así como sus limitaciones.
Quizá la concepción que más se aproxime a estos postulados sea la de Luis Recaséns, quien señala: “El pensamiento de la dignidad consiste en reconocer que el hombre es un ser que tiene fines propios suyos que cumplir por sí mismo, o, lo que es igual, diciendo en una expresión negativa, la cual tal vez resulta más clara, el hombre no debe ser un mero medio para fines extraños o ajenos a los suyos propios”.
Podemos observar que los derechos humanos suponen el imperio del derecho y la existencia de una democracia constitucional en la cual los principios de legalidad y legitimidad sean reconocidos. Fuera de esto, el respeto de los derechos supone necesariamente un sistema de protección, siendo el más deseable el jurisdiccional
La humanidad, al reconocerse superior a los demás seres vivos y al sentirse sus miembros poseedores todos ellos, sin excepción, del atributo del raciocinio y la inteligencia, establecieron las condiciones de su igualdad, sobre la que reposa la dignidad, que es la valorización exacta y el respeto de la condición del hombre.
En el caso de las y los TSC, como en muchos otros, estos principios de validez universal son muchas veces pasados por alto, y unas personas se sienten con potestad de juzgar y condenar a otras, por el simple hecho de subsistir por medios distintos, tildándolas de “pecadoras”, “promiscuas” y otras cosas, olvidando, muchas veces, “la viga que llevan en el ojo propio”.
En la actualidad se define la moral como la ciencia que se ocupa de enseñar a los hombres a distinguir el bien del mal, de acuerdo a las conveniencias y al grado de evolución de cada sociedad. Por eso es que la moral es variable según los pueblos. En los pueblos primitivos, se considera que es un bien dar muerte a los padres ancianos para que no sufran, pero en los pueblos civilizados tal cosa se considera como un crimen.
¿Es la prostitución un acto inmoral?, ¿o es más bien inmoral juzgar y condenar a quienes viven de esta actividad sin antes comprender el drama que significa para estas personas vender sus servicios sexuales, corriendo muchos riesgos con personas desconocidas? ¿Qué está bien y qué está mal en toda esta actividad? La naturaleza humana, y sobre todo el discurso del poder muchas veces condena lo que práctica, produciéndose así una doble moral.