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13. Prostitución infantil
La prostitución infantil y juvenil es otro gran problema, ya que atenta contra un grupo altamente vulnerable y desprotegido. Ésta generalmente se debe a problemas de pobreza, la cual se ve agudizada debido al régimen económico en actual vigencia. (6)
Se identifican las siguientes características sobre la prostitución infantil y juvenil en especial en América Latina:
La agudización de las deudas de los países pobres y la profundización de la dependencia de éstos hacia los países desarrollados, hacen que, en el caso de la prostitución infantil, se utilice como estrategia de supervivencia de los sectores más empobrecidos ya no como una opción de vida, sino una forma de esclavitud. (8,43,44,49)
Pero existen otras formas de prostitución infantil que no están directamente relacionadas con las situaciones de exclusión socio-económica y política más críticas, sino más bien determinadas por elementos axiológico-culturales como el consumismo y la presión hacia el éxito.
Así a los determinantes económicos se suman factores culturales que reproducen y mantienen la situación de opresión de la mujer. La prostitución es una expresión de esta opresión, pero también, de la opresión a otros grupos vulnerables como niños, niñas y adolescente. Si bien se reconoce que también existe prostitución de varones, se entiende que la mayoría son niñas y jóvenes de sexo femenino. (6, 12,19)
Los Medios de Comunicación Social entregan contenidos y mensajes que contribuyen al desarrollo de una sexualidad malsana que utiliza a la mujer y los niños como objetos publicitarios.
Los sistemas legales de nuestro país presentan serias deficiencias en relación a los menores: no existen mecanismos efectivos de protección ante situaciones de explotación, abuso y maltrato, ni tampoco voluntad política para generarlos.
Las autoridades en muchos casos, lejos de resguardar los derechos ciudadanos, establecen redes de complicidad con quienes detentan el poder económico ligado a la explotación sexual. Estas redes tienen distintos niveles de visibilidad en los países.
Los servicios de salud no están preparados y no posibilitan el acceso a un grupo importante de los sectores excluidos y menos aún a niñas en situación de prostitución, lo que implica que éstos estén mucho más desprotegidos que los adultos prostituidos y por lo tanto más expuestos a enfermedades venéreas y el Sida. ( 8,43, 44,49)
Los problemas no terminan con el hecho de que un niño, niña o adolescente se prostituya. La sociedad en general ingresa en un período de franca descomposición, lo cual implica un deterioro general en las condiciones de vida, una pérdida de valores y una agudización de la anomia. También es importante considerar que un niño o niña no puede, debido a su edad y todo lo que ello implica, discernir entre salud y enfermedad, prevención y cómo realizarla. Por ello está más expuesto a enfermedades, drogadicción y embarazos. (6, 30,31,32
Además, se debe considerar que en muchos hogares cuya cabeza es una mujer que ejerza la prostitución existe una criatura que recibe pautas que facilitarán su ingreso a la prostitución. Por otra parte, está el hecho de que el aumento en el número de mujeres infectadas generará mayor demanda de prostitutas “seguras”, suponiendo que aquellas de menor edad han tenido menos oportunidades de contagio.
Como se podrá observar, las condiciones de vida en la calle o en el medio de la prostitución generan mecanismos de adaptación, que pueden afectar la posterior inserción en otros ámbitos. La violencia en este medio determina la creación de lazos de solidaridad en el grupo de pares, pero también el deterioro de la autoestima.
Existen casos en los que niños, niñas o adolescentes son forzados a prostituirse por presión física o coerción por parte de una persona adulta (muchas veces inclusive por parte de los padres). Este proceso se ve frecuentemente ligado al secuestro. (8,43,44,49)
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