Contentidos
V. EXPLICACIONES SOBRE EL TABU DEL INCESTO
1. El Incesto como tabú
El tabú fue fundamental para impedir el intercambio de cónyuges entre parientes y que por lo tanto suponía la base de toda organización social fundada con la reciprocidad entre grupos diversos.
Por lo tanto, “tabú” es la prohibición de un tema, persona o tipo de conducta. En los tabúes religiosos el tema prohibido se considera sucio o sagrado y el tabú se impone para protegerse contra su poder.
Las prohibiciones relativas al incesto y al matrimonio dentro de un mismo grupo familiar, son ejemplos de tabúes de conducta.
El miedo al incesto es una restricción universal a la libertad del matrimonio aunque las definiciones de incesto han variado mucho a lo largo de la historia.
En la mayoría de los casos, como ya se ha dicho, la prohibición se extiende a madre e hijo, padre e hija y a cualquier descendiente de los mismos padres.
Hay tabúes profundamente arraigados que afectan subconscientemente las relaciones no sexuales entre las personas. Por ejemplo, los tabúes sobre el temor al incesto, puede inhibir o hasta prevenir una relación cariñosa y satisfactoria entre padre e hija.
Los temores y los tabúes subconscientes sobre el incesto, también pueden obstruir o limitar la comunicación sobre educación sexual y la franca discusión de asuntos sexuales entre padres e hijos.
De igual manera los tabúes pueden inhibir las amistades no sexuales y prevenir que los efectos familiares alcancen su potencial total.
Las opiniones mas negativas de los tabúes son, por si mismas, irracionales y usualmente tienen poca o ninguna base en la realidad.
La violación forzada y las relaciones sexuales entre adultos y niños no son solamente tabúes, sino actos delictivos.
2. Explicación biológico-genética
Uno de los principales motivos por los que el incesto ha sido prohibido en muchas culturas es que los seres humanos que nacen como fruto de una relación incestuosa corren un mayor riesgo de desarrollar problemas psíquicos relacionados con la tenencia de cargas genéticas paralelas. Ello plantea que el incesto reduce la necesaria variabilidad genética, que permite la diversidad de rasgos y supervivencia de la especie.
En este sentido últimamente se ha investigado el Incesto en las Cortes de España.
Explica Gonzalo Álvarez Jurado (1949-) catedrático de Genética en la Universidad de Santiago de Compostela y aficionado a la historia que: “ en el análisis de la consanguinidad nos hemos remontado 16 generaciones desde Carlos II, con un total de 3.000 personajes” y ha encontrado conjuntamente con sus colegas, Francisco Ceballos y Celsa Quinteiro, (publicado en la Revista Científica online “ Plos One”,) que pesan tanto las relaciones de parentesco entre el padre y la madre del sujeto como las acumuladas a lo largo de las generaciones.
El primer estudio genético indica que Carlos II era como un hijo incestuoso
Carlos II El Hechizado fue una de las víctimas de los repetidos cruces entre parientes próximos que se dieron en sus antepasados, tanto recientes como remotos. Han hallado estos científicos españoles, que el coeficiente de consanguinidad era altísimo, similar al del fruto de una relación entre padre e hija o entre hermano y hermana.
El primer estudio que aplica la genética a una dinastía española, la de los Austrias, ha confirmado la hipótesis de muchos historiadores de que la consanguinidad fue el factor clave en su extinción, cuando murió Carlos II en 1700 sin descendencia. También ha permitido esclarecer los principales trastornos que sufría el rey.
Así, desde que Felipe el Hermoso que inauguró la dinastía al casarse con Juana “La Loca”, los matrimonios entre parientes en las diferentes casas reales europeas, para conservar el poder, fueron la norma. El coeficiente de consanguinidad indica la proporción de genes idénticos que se reciben del padre y de la madre. Con la genealogía en la mano, en porcentaje, va aumentando desde el 2,5 de Felipe el Hermoso al 21 de Felipe III. En Felipe IV baja a un 11,5 y Carlos II, a pesar de ser sólo hijo de tío y sobrina, tiene el máximo (25,4), 10 veces mayor que el del fundador.
Luego Álvarez y colaboradores para probar la influencia de la consanguinidad, “fueron a los efectos”, analizaron la mortalidad infantil en los descendientes de cada rey hasta los 10 años y observaron una relación directa entre el coeficiente de consanguinidad y la tasa de mortalidad. Así, los testimonios de la época se extrañaban de la cantidad de abortos y de niños que nacían muertos o morían pronto en la familia mejor cuidada de la España de entonces.
Además, los científicos españoles han estudiado desde el punto de vista genético los trastornos de los reyes y, sobre todo, de Carlos II. Dos enfermedades achacables a mutaciones genéticas recesivas, que necesitan heredarse de los dos progenitores, explicarían los trastornos de Carlos II, que era raquítico, no pudo tener hijos y a los 30 años parecía un viejo. Son un déficit hormonal múltiple de la hipófisis (de la hormona de crecimiento, entre otras) y una acidosis tubular renal, causa de raquitismo.
En la lotería genética salió mejor parada la infanta Margarita, hermana del rey y una de las famosas meninas de Velázquez, que se casó y tuvo hijos.
Hay un grado de incertidumbre inevitable en el estudio, debido a la imposibilidad de asegurar la paternidad de los descendientes, pero Álvarez cree que es pequeño, dado el marco de la realeza en la época.
Ahora, los investigadores están ampliando el estudio a los Austrias austríacos, que tienen todavía mayor consanguinidad. Un primer análisis indica que en los Borbones es mucho menor.
3. Explicación psicológica
Sigmund Freud abordó el estudio del tabú del incesto a través de la teoría psicoanalítica. Partía de la idea de que existía una “horda primitiva” promiscua en la que la rivalidad entre machos por el acceso sexual a las hembras provocó el recurso a la violencia y el homicidio dentro del propio grupo de parentesco.
Parece ser que según Freud el incesto es un impulso básico de la psique humana. El enfrentamiento entre individuos que pertenecían al mismo grupo socio-familiar dio lugar a una aversión al incesto no por el tipo de relación que constituye en sí, sino por la agresividad y las muertes ocasionadas dentro del propio grupo social.
Análisis posteriores concluyen que una gran parte de las culturas comparten un aborrecimiento psicológico hacia la práctica de relaciones sexuales entre individuos de la misma familia vinculados por otra relación de parentesco previa.
A) Teoría psicológica de Sigmund Freud
Para Freud, la experiencia infantil es de gran importancia en la vida del individuo, pues es la etapa donde se comienza a formar la personalidad del ser humano.
El desarrollo de la psique pasa por distintas etapas, todas con un fin determinado: lograr el placer sexual. En cada etapa, el ser humano consigue ese placer de diversas formas centrando su libido en diferentes zonas erógenas de su cuerpo.
Freud propuso seguir el curso de los procesos inconscientes, usando las asociaciones libres del paciente como guía para interpretar los sueños y los lapsus en el lenguaje.
Mediante el análisis de los sueños, llego a sus teorías sobre la sexualidad infantil y el complejo de Edipo, que explicaría el apego del niño al progenitor del sexo contrario, junto con los sentimientos hostiles hacia el de su propio sexo (considerado como un rival).
La personalidad individual resultara de la asimilación o rechazo de las características psicológicas que el sujeto observa en los demás. En especial, es importante la figura del padre, con quien el niño tiene una relación que Freud llama: Complejo de Edipo; entre padre e hijo hay instalado un conflicto permanente, originado por el niño de destruir la influencia paterna para adquirir su propia personalidad y el conocimiento de si mismo
Sigmund Freud nos trata de decir que la personalidad individual se presenta cuando el hijo quiere desligarse por completo de la influencia que el padre ejerce sobre el; Freud lo llama conflicto permanente.
1. Complejo de Edipo
Como ya hemos visto, si nos remontamos un poco hacia la mitología griega, podremos encontrar la fuente de inspiración para Freud al momento de asignarle un nombre a su teoría.
En psicoanálisis, se trata de los sentimientos derivados de la vinculación erótica del niño con el padre del sexo opuesto.
Durante esa etapa, todos los miembros de la familia atraviesan por tensiones muy fuertes, pero esta historia se complica, si los padres también se comportan como niños celosos.
Algunos psicólogos afirman que no necesariamente puede interpretarse de esta forma, sino que los hijos quieran ser como papá y las hijas como mamá por que la verdad, no importa mucho como sean sus padres, si lindos o desagradables, tolerantes o, impacientes, la verdad es que para los hijos los padres son lo más importante y los ven como dioses.
Mamá es la que prepara la comida, limpia la casa, nos canta y lee cuentos … también sabe enamorar a papá.
Papá arregla la casa, consigue dinero, trabaja, nos enseña a andar en bicicleta… y también puede tener a mamá.
En realidad este tipo de situaciones es normal, lo que no se considera normal, es cuando el hijo empieza a sentir rivalidad por el padre del mismo sexo, y peor aun cuando esta rivalidad crean problemas y discusiones entre los papas por los celos de ver a sus papas juntos.
El niño que queda fijado en esta etapa del desarrollo libidinal, o cualquier otra de las etapas señaladas por Freud, puede experimentar problemas en su vida adulta, debido a la falta de gratificación o a la sobre gratificación de sus necesidades
Para Freud el complejo de Edipo era una etapa fundamental en el desarrollo psicosexual del niño y estableció que ocurría entre los 2 y los 5 años, cuando los niños experimentan intensos sentimientos de amor, odio, miedo y celos, que desaparecen una vez que el niño se ha identificado con el padre y ha aprendido a reprimir sus instintos sexuales.
Freud desatendió los mecanismos del Edipo en el caso de las niñas, para limitarse a afirmar que el complejo de castración (es decir, el resentimiento por la ausencia del pene) promueve su entrada en el complejo de Edipo.
2. Complejo de Electra
En psicoanálisis, nombre con el que se denomina el deseo sexual que siente la hija hacia el padre, acompañado por un sentimiento de rivalidad hacia la madre y un concomitante deseo inconsciente de su muerte.
El término complejo de Electra fue acuñado por el psicólogo suizo Carl G. Jung (1875- 1961) como réplica del complejo de Edipo. Para Freud, el amor al padre y el odio a la madre constituía el complejo de Edipo invertido o femenino.
La investigación antropológica sostiene que el desarrollo psicosexual de una persona está determinado por la cultura y la socialización, y que este tipo de complejos no están presentes en todas las culturas, si es que existen en algunas.
Aunque también hay muchas cosas que los padres promueven para que surjan estas características, por ejemplo, un padre que es muy seductor con la hija y llega a casa buscando primero a su niña e ignorando al resto de la familia.
La predilección de las niñas por su padre se manifiesta muy temprano, incluso en los primeros seis meses de edad, pero este comportamiento no es para siempre.
3. Etapas de este desarrollo analítico
En cuanto a su significado esencial es que el niño se halla situado en una especie de triangulo efectivo con relación a sus padres, de modo que esta envuelto en una red de deseos amorosos y hostiles con respecto a aquellos.
Este conflicto se presenta en dos tipos:
- De carácter positivo: El triangulo afectivo se resuelve a favor del progenitor del sexo opuesto; la hostilidad, por tanto, será dirigida hacia el progenitor del mismo sexo.
- De carácter negativo: En esta forma el progenitor del mismo sexo se convierte en el depositario del complejo edípico.
Comprende dos fases: fase fálica y fase genital en el sentido estricto, más tardía y amplia, que tiene lugar en el comienzo de la pubertad y que representa el último escalón del desarrollo psicosexual, momento en el que el niño o la niña consigue su madurez sexual tanto física como intelectual.
El niño traslada las pulsiones egoístas e inmaduras, como el autoerotismo y los deseos, hacia el progenitor del otro sexo con la perspectiva realista de contactar con representantes del sexo contrario de su misma edad. En medio de ambas se sitúa la llamada fase latente, en la que el interés por los fenómenos sexuales es menor, ya que en primer plano está el desarrollo del yo. Algunos autores consideran que la segunda fase genital es la única que merece ser así denominada.
La fase genital, según Freud, es la etapa final del desarrollo psicosexual del ser humano, caracterizada por la primacía de los órganos genitales.
Según la teoría freudiana, la persistencia en la primera fase genital es la responsable de las diversas perturbaciones sexuales (por ejemplo, el vaginismo o la impotencia), de la histeria femenina y de la homosexualidad, considerada entonces por Freud como una perversión.
Otro de los aspectos destacados acerca del origen del tabú del incesto es el relacionado con la alteración de las relaciones sociales o de la armonía social intrafamiliar.
Por una parte el incesto traería consigo el retrotraimiento del grupo y el repliegue social sobre sí mismo. Al reducirse las relaciones de parentesco al seno intrafamiliar como elemento de autoperpetuación se elimina la posibilidad de ampliar las redes sociales del grupo con otros grupos sociales. Ello puede ser especialmente negativo dado que el establecimiento de una relación de alianza o de afinidad entre dos grupos sociales es la que se hace posible entre otras vías por medio del matrimonio. Ello da lugar a una ampliación de las redes sociales en caso de necesidad económica, conflicto territorial o búsqueda de apoyo por diversos motivos.
Respecto a la armonía intrafamiliar se entiende que el incesto supone la confusión de los roles sociales e incluso la alteración de las relaciones jerárquicas dentro del grupo (por ejemplo, la ocupación del rol de padre y marido al mismo tiempo).
C) Explicación demográfica
Las primeras poblaciones humanas de cazadores recolectores se caracterizaban por tener unos elevados índices de mortalidad, tanto entre la población adulta como entre la infantil. La precaria alimentación de esos grupos hacía que el período de lactancia de los neonatos y la dependencia respecto de la madre biológica fuera mucho mayor que en la situación actual.
Para cuando los hijos tenían madurez sexual, sus madres ya eran hembras viejas (la esperanza media de vida rondaba como mucho en torno a los 30 años) incapaces de engendrar más progenie. Debido a esto, los individuos jóvenes tenían que buscar fuera el acceso sexual a las mujeres.
La práctica de este hábito impuesto por la propia biología humana del momento impedía el incesto. Algunos autores clásicos como los ya mencionados Morgan y McLennan o el historiador del derecho, el suizo Johann Jakob Bachofen. (1815-1887) hablan del hecho de un proceso de aprendizaje cultural por medio del cual el propio hábito de los individuos hizo que la práctica del incesto fuera dejada de lado.