V. Hiperestesia espuria (hipererotismo)
Las formas espurias (hipererotismo) comprenden:
- Donjuanismo
- Casanovismo
- Mesalinismo
- Altruismo sexual
- Donjuanismo
El donjuanismo corresponde en su acepción corriente al individuo cuya exaltación erótica (hipererotismo) lo lleva a la conquista (seducción) de mujeres en forma inveterada.
Este afán obsesivo de obtener enamoradas no va acompañado habitualmente de actividad sexual necesariamente genital (no tiene imposición libidinal).
Por lo tanto, no es un dechado ni el paradigma de la virilidad, sino un infravalorado, inseguro de si mismo (para algunos un afeminado) o un tímido sobre compensado que busca en las conquistas un reconocimiento consciente o no de una propia minusvalía.
a) Historia
La expresión “donjuanismo” nace de asociar este patrón de comportamiento tomando como semejanza el similar al del mítico Don Juan.
Al dramaturgo, poeta y narrador español del Barroco Fray Gabriel Téllez cuyo pseudónimo fue Tirso de Molina (1579-1648), se le ha atribuido tradicionalmente la creación del mito de Don Juan, El burlador de Sevilla o el convidado de piedra (1617).
El protagonista de la obra, El burlador de Sevilla, y personaje en torno al cual gira la obra entera, se dedica a burlar a todas aquellas damas que encuentra en estado de gracia para así él poseerlas, haciendo uso de trucos, engaños y burlas y deshonrando de esta forma a la mujer y perdiendo el honor del hombre con el que ella realmente deseaba gozar.
b) Origen y evolución del personaje
- Los orígenes de Don Juan son difíciles de determinar. Según Yousef Saad, profesor de la Universidad de Minnesota, el Don Juan de España es una figura auténticamente española, pero tiene muchas semejanzas con una figura árabe, del quinto siglo. Este personaje árabe, Imru al-Qays, que se parece mucho a Don Juan, es un seductor profesional de mujeres, que fue abandonado por su padre por las burlas que había hecho, e igual que el personaje español discutía con el poder divino.
- Según el catedrático gallego Víctor Said Armesto (1871-1914) las raíces literarias de Don Juan se pueden encontrar en los romances gallegos y leoneses medievales. Su precursor típicamente llevaba el nombre de “Don Galán” y este hombre también trata de engañar y seducir a las mujeres, pero tiene una actitud más piadosa hacia Dios.
Recordemos que el personaje de Don Juan ya había sido tratado por el dramaturgo sevillano perteneciente al Siglo de Oro español Juan de la Cueva de Garosa (1543-1612) en la comedia “El infamador” (1581) donde se encarna a un don Juan predecesor
- Tras esta acuñación del personaje de Don Juan, El Burlador de Sevilla por parte de Tirso de Molina, se ha dado a través del tiempo innumerables recreaciones de este mito.
Así, en la literatura podemos encontrar otros famosos “Donjuanes” como el creado por el dramaturgo y actor francés, considerado el padre de la Comedia Francesa Jean-Baptiste Poquelin, llamado Molière (1622 1673)
El Don Juan de Moliere (1665) si bien se basa en la obra del español Tirso de Molina, en este caso recrea al personaje del libertino Don Juan, un hombre amoral, valiente e hipócrita, que va seduciendo mujeres y perdiendo el interés en ellas luego de poseerlas. Además, no tiene reparos en burlarse de los pobres y despotricar contra la religión
- El dramaturgo madrileño Antonio de Zamora (1665 -1727) recrea la leyenda de Don Juan de Tirso de Molina con el título “No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague o Convidado de piedra”, pieza menos sutil que la de Tirso de Molina y algo más realista que la de José Zorrilla, pues no deja el final abierto a la duda como este. Se estuvo representando durante las fiestas de difuntos de todos los años hasta que fue sustituida por la obra de Zorrilla.
- En Italia, lo modificó el escritor veneciano Carlo Goldoni (1707-1793), autor teatral italiano, quien destacó por su maestría de la comedia, siendo considerado uno de los más grandes autores de su tiempo. Lo llamó Don Juan o El Castigo Del Libertino. Esta traducción, no es la Mozartiana Don Giovanni.
En su versión Goldoni lo reduce todo a un hecho muy simple: Don Juan no es un inmoral, es un amoral, no es un rebelde, pero hará cualquier cosa por conseguir lo que desea, por una sencilla razón: no cree en el más allá, no tiene necesidad de trascendencia metafísica, él está por encima del pasado y el futuro, lo único que importa es el presente en el momento de vivirlo.
- El músico austriaco Wolfang Amadeus Mozart (1756-1791), estrena en Praga en 1787 su ópera Don Giovanni basada en el mito de Don Juan sobre libreto plagiado del Italiano Lorenzo Da Ponte (1749 –1838) quien había nacido en el seno de una familia judía, y su nombre original es Emanuel Conegliano.
En 1763 Lorenzo Da Ponte y toda su familia se convierte al catolicismo y toma el nombre del obispo que oficia el bautismo. Más tarde Da Ponte se hace cura y vive en Venecia. Sin embargo, en esta ciudad lleva una vida libertina y disoluta, hasta que en 1779 es expulsado de la República de Venecia.
- En el romanticismo se dio un nuevo rumbo al mito. Aunque el Don Juan romántico pierde con respecto al primitivo y hasta se enamora sinceramente, dejando de ser el mito eterno del cínico seductor que fácilmente olvidaba para volver a seducir. En España es el Don Juan Tenorio de José Zorrilla y Moral (1817-1893) es el más conocido, vio la luz en 1844. Se trata de un joven caballero entregado a una vida desenfrenada de apuestas, amoríos y duelos
- El poeta inglés uno de los escritores más versátiles e importantes del Romanticismo George Gordon Byron, Lord Byron (1788–1824) escribió poema inacabado donde señala un acercamiento irónico y satírico a la legendaria figura del mujeriego Don Juan, que anteriormente había sido popularizado por Tirso de Molina, Goldoni o Moliere y con posterioridad lo haría José Zorrilla y Moral.
El Don Juan de Lord Byron es una obra que nos aporta una nueva mirada del mítico Don Juan libertino y rufián, nos muestra un personaje, joven bastante bueno, casi como un héroe y sin malas intenciones.
c) El mito de Don Juan: la diferencia entre seducir y presumir
Los psicólogos afirman que Don Juan es un inmaduro emocional pero la tradición popular a través del tiempo a demostrado la realidad cultural que como expresa el filosofo y ensayista madrileño José Ortega y Gasset. (1883 – 1955): “a que hombre no le hubiera gustado ser un Don Juan”.
El dilema surge entre: la seducción y la necesidad de presumir que presenta el personaje. El problema del Don Juan es que presumía de sus conquistas, un caballero disfruta de ellas en silencio. Por lo tanto, seducir es un arte, presumir un complejo.
El siglo XIX, con el romanticismo, cambió el tratamiento del personaje. Hasta ese momento don Juan siempre acaba castigado por sus pecados en el infierno; el romanticismo, que se sentía atraído por personajes rebeldes y amantes de la libertad, se sintió fascinado por esta figura, analiza su satanismo y teoriza sobre si el seductor, que encarna el mal, se siente culpable o no, y si puede salvarse.
De hecho, el tema parecía agotado pero el siglo XX siguió analizando al personaje por medio de concienzudos ensayos como los del médico endocrinólogo, historiador y escritor madrileño Gregorio Marañón y Posadillo (1887–1960), quien escribió “Don Juan. Ensayo sobre el origen de su leyenda” (1940).
Marañón afirma en su ensayo que don Juan es un “hombre sin nombre”, que mas que encarnar el individuo romántico y amoroso es un ser extravagante, sin fe, que se centra únicamente en sus deseos sexuales.
No representa, pues, don Juan el ideal del amor cortesano, de la galantería y de los gustos aristocráticos, sino que, debido a su propia constitución biológica, ‘degenera’ en un individuo escandaloso, sin celos, y destinado a cambiar constantemente de pareja sin importarle la clase social y mas bien con el animo de perjudicar y hacer daño y, sobre todo, de satisfacer su deseo idolátrico.
Marañón entendía que Don Juan tenía una gran dificultad para establecer relaciones amorosas francas, profundas y duraderas con las mujeres que conquistaba, por un cierto fondo de homosexualidad, en contraposición con “Amiel: un estudio sobre la timidez”, que evita consumar sexualmente sus conquistas por miedo a que se rompa la imagen idealizada que tiene de la mujer. Es la contrafigura del Don Juan.
Así el ginebrino Henri Frèderic Amiel (1821-1881) estudiado por Gregorio Marañón refleja en un Diario personal sus estados de ánimo a propósito de cada estación del año. Durante el invierno escribe sobre el trabajo académico, durante el verano sus escritos reflejan una alegre liberación y en otoño encontramos una fase de crisis depresiva, llena de dolor, y un sentimiento total de abatimiento causado por la idea de envejecer.
Por último Marañón, es importante la reflexión que hace de Don Juan al no considerarlo, como comúnmente se ha dicho, un prototipo español, pues, encarna la fusión de etnias y culturas como la árabe y la judía, que mestizaron las costumbres en España.
Así se interponen el carácter aventurero español, el sentido del amor como lo concebían los sultanes, de tener varias mujeres, y también es el resultado del modo gitano, de una concepción apasionada del amor.
Luego, Marañón trata afinidades y diferencias con ciertos personajes históricos que pudieron llevar una vida similar al Tenorio; tal es el caso de Casanova, noble cortesano, famoso por su belleza y sus destrezas sexuales.
d) Concepto clínico del donjuanismo
Se le llama Don Juan a ciertos hombres que presentan una personalidad con cierto tipo de comportamiento. Los donjuanes se dedican a seducir a cuanta mujer encuentran y cuando esta cede a sus pretensiones sexuales, ella se convierte en un triunfo, una más de su colección y por tanto pierde el interés en ese objeto puesto que ya lo obtuvo.
Los donjuanes siempre están a la búsqueda de nuevos trofeos, pero estos trofeos deberán de cumplir ciertos requisitos, de preferencia que sean puras vírgenes ya que les agrada lo inalcanzable, razón por la cual cuando sus presas han cedido a sus deseos sexuales las desprecian por decepción.
Lo que representa Don Juan es la ruptura absoluta de todas las normas y reglas prestablecidas. Ni la moral de la iglesia ni la justicia de los hombres tienen valor alguno, únicamente la vida como juego y disfrute tiene sentido.
Ese es posiblemente uno de los sueños más antiguos del ser humano: una vida vivida en absoluta libertad, y esa es la mayor pesadilla imaginable para la rígida mentalidad de la España de la Contrarreforma.
El burlador de Sevilla acaba trágicamente con un Don Juan abrasado por el fuego del infierno, el Don Juan de Zorrilla muere tras arrepentirse, redimido por el amor.
Su conducta ha sido errónea y es justamente castigada. Ese desenlace, curiosamente, ha sido olvidado en la transposición del mito a la realidad: hoy “ser un Don Juan” es un halago, el mayor elogio que se le puede hacer a un hombre.
Si un hombre recibe tal calificativo tenemos que entender que es un seductor de mujeres, y en que además las mujeres caen literalmente rendidas a sus pies.
A todos nos agrada gustar. El problema de los prototipos de don Juan es que disfrutan más en contar sus aventuras que en el arte de conquistar.
Estos no son auténticos don Juanes, al menos en el sentido positivo del término, porque necesitan del reconocimiento público de sus méritos.
El verdadero don Juan seduce y disfruta en silencio del arte de seducir, sin necesidad de hacer públicas sus conquistas. Deja a los demás que hablen por él, pero él nunca propaga su fama. Esta es la diferencia entre seducir y presumir.
e) Características psicopatológicas
La concepción que se tiene de Don Juan a nivel popular hoy en día es la de un seductor, incluso su nombre hoy es usado para catalogar a un hombre con aires de grandeza y mujeriego.
La principal característica del donjuanismo consiste en un exagerado afán de conquistar el mayor número posible de mujeres, pero sin que la relación establecida se mantenga, ya que una vez se ha logrado la conquista el interés desaparece.
En un sentido amplio se puede decir que, también se pueden producir este tipo de conductas entre las mujeres (aunque son menos frecuentes) y desde luego, entre los homosexuales. Entre los homosexuales masculinos, el donjuanismo es un fenómeno corriente.
La hipersexualidad y promiscuidad sexual pueden verse asociadas a menudo con el donjuanismo, pero este último es una manifestación mucho más compleja sobre la que se han dado varias interpretaciones.
El psicoanalista austriaco Otto Rank (1884–1939) interpretaba el donjuanismo como un constante intento de encontrar la mujer ideal.
Amos N. Guiora es un profesor israelí de Derecho de la Universidad de Utah, que relaciona al donjuanismo con el complejo de Edipo, por lo cual el “donjuán” buscaría continuamente relaciones maternales con otras mujeres.
Se puede pensar, entonces, que el donjuanismo puede tener varios orígenes, y que por tanto, puede haber diversos tipos de donjuanes. Pero en términos globales, se puede decir que, generalmente el clásico Don luan es una persona inmadura, de hecho, el donjuanismo es muy frecuente durante la adolescencia, y obedece a un afán por conocer al sexo opuesto e incluso por conocer la sexualidad en sí misma.
Las sucesivas conquistas pueden constituir una fuente de autoafirmación, ya que servirían para mantener o incrementar el juicio del propio valor. El mero hecho de ser querido o aceptado en el terreno afectivo o meramente sexual por otras personas se interpreta como que uno es portador de una serie de valores. Incluso a veces se recurre a conductas de este tipo para confirmar que todavía se es joven o atractivo.
Detrás de este tipo de comportamientos se esconde siempre un fondo de inseguridad en sí mismo, y patrones de personalidad de tipo neurótico o narcisista.
En las personalidades muy inmaduras, es frecuente que al lograr la conquista amorosa, ésta pierde automáticamente su valor, precisamente porque se viven como una posesión y no como una relación entre dos en la que no se posee a nadie, sino que se basa fundamentalmente en dar y compartir.
Los donjuanes tienen generalmente una gran dificultad para entregarse realmente en sus relaciones afectivas. Muchas veces se comportan durante las mismas de forma teatral, como si representasen un papel de una obra de teatro (histrionismo), lo que es extraordinariamente frecuente entre las personalidades histéricas y narcisistas. Estos mismos patrones se pueden aplicar al campo del donjuanismo entre personas homosexuales o bisexuales.
El psiquiatra, neurólogo y psicólogo español, Francisco Alonso-Fernández (Oviedo, 1924-), catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid expresó oportunamente que el Don Juan: “ se polariza entre su falta de interés por rematar la aventura seductora lograda, acometida con aparente fortaleza varonil, lo que provoca admiración y envidia, dando luego un paso al acto fugitivo de la hembra conquistada”.
Luego el maestro español sostiene que: “para el Don Juan no han ni hembra ni mujer sino un objeto de seducción, una mujer cosificada. A don Juan le interesa la mujer para seducirla y complacerse en su humillación una vez que esta se le entrega rendida”. “Su existencia se organiza en torno a la seducción vivida como una necesidad incontrolable, una conducta por tanto adictiva”.
Este tipo de adicción hipererótica no conlleva a la efectivización compulsiva hipergenital como ocurre en los casos que hemos desarrollado anteriormente a propósito de la descripción de la adicción al sexo hipergenital.
Por lo tanto, la conducta de Don Juan queda simplificada en dos secuencias: en primer lugar: seducir y humillar a la mujer para satisfacer una necesidad propia descontrolada; en segundo lugar, abandonar el campo femenino sin apenas entregarse a la relación sexual que se brinda, a diferencia del como lo hacía Casanova.
Estamos pues, ante una adicción al sexo con muy poco sexo. Hipererotismo sin hipergenitalidad. Esta es la tremenda paradoja de Don Juan.
Por otra parte, se distinguen en general, tres formas básicas de seducción femenina por parte del varón: por amor, por deseo o por rencor.
La entrega por amor y por deseo engloba las formas genuinas de seducción, o sea la seducción erótica y la seducción afrodisiaca.
La entrega a la seducción por rencor (no movida por el amor ni por el deseo) representa el mito griego de Sísifo, el ensayo filosófico que realizó el argelino francés Albert Camus (1913-1960) metáfora del esfuerzo inútil e incesante del hombre. Camus desarrolla la idea del “hombre absurdo”, o con una “sensibilidad absurda”. Es aquél que se muestra perpetuamente consciente de la completa inutilidad de su vida.
- Casanovismo
Introducción
Giacomo Girolamo Casanova fue un famoso veneciano aventurero, escritor, diplomático y agente secreto italiano (1725-1798)
Se le conoce sobre todo como un hombre famoso por sus conquistas amorosas, que en toda su vida fueron 1321 según su más importante obra autobiográfica: “Historie de ma vie” (Las memorias de Casanova), en la que el autor describe en francés con máxima precisión y franqueza sus aventuras, sus viajes y sus innumerables encuentros galantes.
Hizo un relato de estilo realista sobre su vida, donde las aventuras con diversas mujeres son mostradas con elegancia, lo que hizo de él, popularmente y a través del tiempo, el prototipo de amante y aventurero. Su apellido se convirtió en prototipo del amante. Queda de él una producción literaria muy vasta.
- Características
Se denomina “Complejo de Casanova” al individuo que presenta un comportamiento hipererótico que se caracteriza por sus gustos eclécticos, ya que sus amantes del Casanova no obedecen a un determinado perfil sino que pueden ser jóvenes, mayores, artistas o simples hijas de obreros o empleados.
A lo largo de su vida estos personajes suelen hacer incursiones en el teatro, “la high society”, el juego y la estafa, etc., pero, en su afán por cultivar los sentidos, nada practican más y con tanta constancia como la persecución del sexo femenino.
El Casanova actual es el “eterno mujeriego”, insaciable e irresistible, es un galán persistente dotado de una habilidad camaleónica para transformarse en cualquier cosa que deseen sus parejas.
Su polierotismo es un reflejo de la tendencia innata del macho copulador tanto como le sea posible, es por ello que rara vez utilizan palabras como “engaño” o “infidelidad” para describir su conducta; al contrario consideran que ésta es una expresión honesta de su naturaleza, a la que sólo las mujeres más tontas o mezquinas pueden poner objeciones.
Una mujer puede durar en los brazos de Casanova un mes, alguna más significativa varios meses, pero siempre habrá nuevas mujeres en el horizonte.
El sexo para el Casanova no tiene nada que ver con el amor, es un vehículo, un medio para alcanzar el sentimiento de plenitud e integridad del que, probablemente, carece. El sexo es, en definitiva, la única forma de aliviar su inquietud.
Las mujeres son objetos deseables, trofeos conseguidos en función de sus habilidades. Al principio cada una entraña un nuevo misterio, un desafío y, como tal, se entrega a desvelar el misterio de afrontar el desafío, pero cuando se descubre el misterio se desvanece el deseo.
El escritor Peter Trachtenberg (1953) profesor de la Universidad de Pittsburgh, ha investigado la figura del Casanova, reflexionando sobre lo que siente, lo que piensa y cómo se comporta.
Sus rasgos característicos son los siguientes:
Sienten adicta atracción por las mujeres. Necesitan camaradería sexual permanente, en caso contrario se deprimen o se ponen ansiosos
Su vinculación sexual puede ser intensa pero fugaces e improvisadas Para estos individuos no hay pérdida insoportable ni mujer irreemplazable.
En las relaciones prolongadas, matrimonio o noviazgo, son infieles, generalmente.
Sus relaciones con mujeres empiezan rápidamente, con una atracción física instantánea. No hay espacio entre el deseo y su satisfacción.
Los Casanova evitan los afectos más profundos; si la relación con la amante de turno adquiere un tinte más serio suelen huir de la misma.
Inconscientemente clasifican a las mujeres de “buenas o malas”, “vírgenes o putas”.
Están muy predispuestos al alcoholismo, la drogadicción y otros desórdenes obsesivo-compulsivos.
Tratan a las mujeres como una propiedad y al sexo como un objeto de consumo.
La seducción suele perseguir una “escalada sexual” que consiste en una serie de concesiones logradas mediante el encanto y la habilidad.
Normalmente el primer contacto sexual consiste en una cópula normal, a continuación desearán el sexo oral, anal e incluso el sexo con parejas múltiples.
Estas características del Casanova se deben considerar con la cautela debida. Al igual que los síntomas de una enfermedad un síntoma aislado no tiene especial significación pero si se dan varios y de forma persistente se debe considerar como algo patológico.
El varón Casanova habla de sus conductas, y de las mujeres, en términos de intercambio o contraprestación: “Me dan lo que necesito y yo les doy lo que necesitan”.
Sea cual sea la edad cronológica o el estatus que ocupa el varón “buscador de emociones” no puede vivir sin novedad y excitación. Es por ello que cuando descubre a una mujer que le resulta atractiva comienza su estrategia de juego y habilidad para conseguir el trofeo ansiado; sus pasos son meticulosamente calculados, lo que requiere concentración y autocontrol. La adulación se convierte en un arte a cultivar y hacen de la seducción toda una ciencia remplazando el romanticismo con la técnica y la pasión con la precisión.
- El tipo psicológico “Casanova”
Giacomo Girolamo Casanova se jactó públicamente de haber seducido a miles de mujeres, preferentemente esposas e hijas de sus amigos.
Según él manifestaba, el secreto de su resistencia física y de su apetito amatorio residía según manifestaba en: “la sobredosis de ostras, no menos de 50, con que se desayunaba cada mañana”. Según cuenta en sus memorias, otro truco que utilizaba, esta vez para no dejar embarazadas a sus muchas amantes, era un método anticonceptivo infalible:” introducía una canica de oro de 60 gramos en la vagina de sus amantes-víctimas”.
Por ley de contrastes, en el Tipo Casanova predomina el deseo libidinoso de fascinación sexual, basado exclusivamente en los impulsos instintivos naturales y sentimentales. Desafortunadamente esta clase de sujetos son insaciables, y sufren y hacen sufrir.
El Tipo Casanova es una especie de “maestro burlador” de la mujer; parece tener el don de la ubicuidad, pues se le ve por todas partes, aquí, allá y acullá; es como el marino que en cada puerto tiene una novia; muchas veces se compromete y jura amor eterno.
Dentro de la hiperestesia sexual general, en contraposición del sadismo sexual refinado del Tipo Don Juan, hipersexual hipererótico, descubrimos en el Tipo Casanova al homúnculo racional hipersexual hipergenital que quiere ahogar en lechos de placer el tedio insoportable de su propia existencia.
Otra variedad, afortunadamente poco común del fascinador de mujeres, es el que se suele designar como “Tipo Diablo”. Uno de los más genuinos representantes de este siniestro tipo, fue sin duda alguna el monje ruso Gregori Yefímovich Rasputín (1869 – 1916)
Tenemos entonces que el “Tipo Psicológico Casanova” es inspirado por la lujuria, no solo en lo sexual, sino también en el deseo material y la obsesión de poseer y, es deshonesto respecto a sus promesas de amor puro.
Otro aspecto notable en el “Tipo Casanova” es que “predomina en él el deseo libidinoso de fascinación sexual”. Si aplicáramos a este análisis la “psicología del Amor” del psicólogo social alemán Erich Seligmann Fromm (1990-1980) diríamos que el “Tipo Casanova” se considera a sí mismo “un Eros codiciable”, con lo que su posición respecto al Amor resulta totalmente equivocada, no sabe darlo, ¿cómo lo haría? si él mismo se cree un “objeto amoroso envidiable” que por lo tanto debe ser amado.
Esto significa que para el Tipo Casanova el problema del amor es un problema de “objeto”. Muchas de sus conquistas, después convertidas en traiciones, se debieron a que “no eran dignas de él”. Esa es su manera de pensar.
- Casanova versus Don Juan
Se diferencia del donjuanismo en que por definición el casanovismo corresponde a varones hipersexuales hipergenitales, satisfechos que gozan en dejar contentas a sus mujeres (actividad coital) y no “enamoradas y abandonadas” como es el caso del donjuanismo.
Don Juan ha sido confundido en innumerables ocasiones con Casanova. La misma tesis de Gregorio Marañon, ya mencionada, consideraba a Don Juan como un inmaduro y tal vez como un afeminado, lo hace en función de su entrega a una supuesta promiscuidad sexual.
La inmadurez masculina la equipara Marañon a una fase de afeminamiento presente en la evolución del ser humano durante la pubertad.
La versatilidad de Don Juan hacia la mujer no obedece al cambio en su gusto sexual, sino a un propósito vindicatorio.
En el cotejo de conductas entre Casanova y Don Juan lucen más las diferencias que las similitudes. Don Juan actúa frente a la mujer como un “depredador”, que trata de satisfacer su resentimiento y aplacar su vanidad herida.
Las memorias de Casanova publicadas en el siglo XVIII, en más de cuatro mil páginas, contienen una serie de aventuras rocambolescas gratificadas con la orgia archirrepetida de una feliz noche de cama.
Casanova, después de conquistar a la dama de turno, trata de complacerla al máximo sin dejarla “a medias” como ocurre a Don Juan. Por ello, se siente pleno triunfador en el salón y en la alcoba.
Por tanto, la mujer abandonada por Don Juan se convierte en un semillero de odio hacia él, la que ha pasado una noche de placeres locos con Casanova queda arrepentida de todo menos de lo carnal, lo que la hace sentirse un punto nostálgica.
Así el Don Juan inseguro es fácil presa para caer en una relación femenina marcada por la ansiedad y la fobia. El despliegue teatral de la seducción podría interpretarse como la exhibición de una conducta contrafóbica.
Es obvio que cualquiera de los restantes factores, o sea, la disfunción sexual, la homosexualidad, la entrega a la masturbación como práctica predilecta y la “anorexia sexual” (forma de comportamiento sexual desvelado e los adictos al sexo virtual a través de internet), puede intervenir a la par como agente reforzante de la misoginia o, a su vez, como desencadenante de la evitación de un contacto sexual suficiente con la mujer rendida por la seducción de Don Juan, que ha sabido ocultar hasta ese momento su feroz rencor.
El casanovismo no es, por tanto, una mera variante del donjuanismo. No es por casualidad que los elogios mas entusiastas tributados por escrito a Casanova provengan de mujeres.
Lo que queda mejor reflejado en este parangón entre ambos personajes que en ningún otro lugar es el misterio entorno a la inhibición sexual de Don Juan. El misterio se desvanece si admitimos la intervención, según los casos, de factores inhibitorios diversos presididos desde luego por el ocupado por el desprecio a la mujer, “la misoginia irredenta” de la que habla el psiquiatra español Francisco Fernández Alonso.
- El Mesalinismo
- Introducción
El mesalinismo, es término que proviene de Valeria Mesalina,(en latín: Mesalina (25–48 d. C.) hija del cónsul Marco Valerio Mesala Barbato y de Domicia Lépida Menor.
Pese a estar emparentada con la familia imperial, Mesalina no gozaba de la condición económica que debía tener: su hogar estaba en decadencia, su padre no era un político prominente y su madre era una mujer poco virtuosa que había derrochado la fortuna familiar.
Al no poseer una dote digna de atraer a un funcionario de renombre, Mesalina tuvo que conformarse con aceptar el cortejo del hazmerreír de la corte, cual era Tiberio Claudio César Augusto Germánico, conocido como Claudio, el tío del entonces emperador Calígula, (un orate total) cuya atención había captado por su juventud y belleza. Ella decía amarlo y esto bastó para que Claudio, quien había tenido dos fracasos matrimoniales anteriormente, reconsiderara su posición respecto al matrimonio.
Después de la caída de Calígula, Claudio fue proclamado emperador, de modo que Mesalina y su familia recobraron su condición imperial.
Claudio tras matrimonios infructuosos se casó con Valeria Mesalina, de 13 años, que era su prima y estaba estrechamente ligada al círculo de Calígula. Mesalina nunca quiso a Claudio, pero ambicionaba el poder. Fue célebre por su belleza y las constantes infidelidades a su esposo, el emperador.
De pronto aparece inexplicablemente Mesalina como heroína y emperatriz a los 16 años. Lo cierto es que la adolescente, que ya tenía un enorme ascendiente sobre Claudio por su hermosura, lo fue influenciando de tal manera que se metió a decidir sobre asuntos de estado.
- Reseña histórica
Mesalina llegó a representar la idea de mujer libidinosa, hasta ser usado como un sinónimo de prostituta, similar a adjetivos como “ramera o meretriz”. en alusión a las anécdotas de la legendaria lujuria que de ella se contaban.
Mesalina dio rienda suelta a su hipersexualidad hipergenital. Según narra el poeta romano Decimus Iunius Iuvenalis, conocido como Juvenal, autor de Las Sátiras, Mesalina, llegó a prostituirse en el barrio de Subura bajo el apodo de Lycisca, (la mujer perra)
Orgullosa de su legendaria lascivia, lanzó un reto al gremio de las prostitutas de Roma: las instaba a participar en una competición, que ella organizaría en Palacio, aprovechando la ausencia de Claudio, quien estaba en Britania.
Dicho desafío consistía en saber quién podía atender a más hombres en un día. El certamen daría inicio por la noche, y a él asistirían muchos hombres importantes de la corte, además de otras damas a las cuales Mesalina había convencido de participar.
Las prostitutas aceptaron el reto y enviaron a una representante, la prostituta más famosa de Roma, una siciliana llamada Escila.
Aquella noche, después de haber sido poseída por 25 hombres, Escila se rindió y Mesalina salió victoriosa, pues superó la cifra al llegar al amanecer y seguir compitiendo. Según se dice, aun después de haber atendido a 70 hombres no se sentía satisfecha, llegando hasta la cifra increíble de 200 hombres. Cuando Mesalina pidió a Escila que regresara, ésta se retiró diciendo: “Esta infeliz tiene las entrañas de acero”
La figura mítica de esta emperatriz Mesalina es reconocida en la cultura popular como una ninfómana de la cual se han escrito algunos libros biográficos
Tal conducta psicopática evidentemente conllevaba un alto placer narcisístico. Se dice que llegó a deshacerse de quienes ella consideraba una amenaza para sus oscuros designios, o aquellos que simplemente no le agradaban. De esta manera, Mesalina se convirtió también en una gran asesina.
El erudito poeta inglés Robert Graves Ranke comúnmente conocido como Robert Graves (1895–1985) fue un escritor de la antigüedad, especializado en la Grecia clásica y Roma y describe a Mesalina en su novela “Yo Claudio” así: “Mesalina era una chica muy hermosa, movimiento rápido y delgado, con ojos tan negros como las masas de pelo rizado. Casi no hablaba una palabra y tenía una sonrisa misteriosa que ponía a los hombres locos de amor por ella.”
El currículo de este portento de depravación llamado Mesalina habla de una vida breve, precoz y azarosa: Se casó a los 13 años. Fue madre a los 15. Emperatriz a los 16 y falleció decapitada a los 23 años.
- El mesalinismo en sexología
La narración histórica de Mesalina nos pone ante la alternativa de ubicarnos en una de las definiciones más habituales de la promiscuidad y esta es según la definición del diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (RAE), promiscuo es “la persona que mantiene relaciones sexuales con otras varias, así como de su comportamiento, modo de vida, etc.”
A esto habría que añadirle que esa actitud no les supone ningún problema de tipo moral o psicológico, ya que es consecuente con sus actos y disfruta plenamente de sus relaciones.
Siendo así, la promiscuidad y la prostitución son términos que históricamente se han sido ligados por el Vox Populi, y aquí cabe aclarar que la mayoría de las prostitutas son mujeres que ante la demanda de favores sexuales por parte de varones, cobran por esa actividad.
En los últimos años la tendencia empieza a cambiar, ya que actualmente algunas mujeres también cuentan con ingresos propios y por tanto pueden pagar los placeres del sexo a través de taxi boys.
En la escena de los placeres que se venden han entrado los homosexuales y los transexuales, ya que el mercado de la prostitución también demanda de sus servicios.
Es decir, una mujer que asume una conducta sexual promiscua, (hipererótica hipergenital) por la mera búsqueda de un placer erótico, por ansias de poder, etc., se diferencia de la prostituta clásica en que ésta a través de la hipergenitalidad busca un beneficio secundario lucroso que el coparticipe le pueda contraprestar voluntariamente.
Pero volviendo a la historia de Mesalina podemos decir que, a propósito de esta historia se comenzó a llamar en sexología mesalinismo a toda aquella mujer que seduce (aparentando gran deseo sexual) a todo aquel varón que pudiera servir a la realización de sus propósitos.
- Mesalina versus Penélope
Penélope es la contrafigura de Mesalina.
Penélope es un personaje de “La Odisea”, uno de los dos grandes poemas épicos atribuidos a Homero.
Se narra que en la vida de Ulises faltaba alguien. Para cumplir los designios del Destino, él necesita una compañera. Elige la mujer más bella de Grecia; Helena, hija de Tíndaro rey de Esparta, pero ésta tiene tantos pretendientes que para conseguirla tendría que desatar una guerra.
Ulises ante tal dificultad se prepara para dejar la corte de Tíndaro y emprender el viaje de retorno, cuando una figura femenina llama su atención. Es Penélope, prima de Helena. Enamorados a primera vista, poco después y como si se conocieran desde hace años parten juntos para Itaca donde Ulises será el rey.
Cuando Helena ha sido raptada por el príncipe troyano Paris, su marido Menelao, convoca a todos los guerreros griegos para luchar a su lado (Ulises, entre ellos)
Mientras su esposo Ulises (Odiseo) está fuera, Penélope es pretendida por múltiples hombres. Para mantener su castidad ante la ausencia de su marido, ésta idea un gran plan. Les dice a los pretendientes que aceptará la desaparición de Odiseo, con la consecuente promesa de un nuevo enlace, cuando termine de tejer un sudario, para cuando falleciese el ex rey Laertes, en el que estaba trabajando.
Para mantener el mayor tiempo posible este tejido en elaboración, deshace por la noche lo que tejió durante el día. Aunque su marido estuvo ausente durante más de veinte años como consecuencia de la guerra de Troya, Penélope nunca dudó de que él regresara, y mantuvo fidelidad hasta que este regresó 20 años después.
Por esta razón se le considera un símbolo de la fidelidad conyugal hasta el día de hoy.
- El síndrome “Penélope”
Para algunas mujeres existe una sola versión del amor, el imposible.
Expresan que solo las motivan a estas mujeres esos tipos “abandónicos” que en cuanto las conocen las conquistan, pero luego las llaman poco o nada, o les dejan mensajes inesperados en el contestador telefónico cuando ya ellas piensan que todo se cortó, o las citan a lugares y luego les avisan que no pueden ir.
Son esas mismas mujeres que aseguran que, por el contrario, el varón previsible, siempre puntual y disponible, el servicial y galante y se acuerda siempre del aniversario del primer beso con una rosa, se vuelve aburrido y terminan adoptándolo como madre sustituta, o lo que es peor, como “marido”.
Ellas eróticamente sólo se enganchan con aquello que no pueden tener, porque portan el estigma que afirma que lo que cuesta conseguir vale más. Entonces aquel que las deja prendida al teléfono, que no las llama durante semanas que les hace subir la tensión, etc., ejerce una fantasía que mueve todo su aparato psíquico.
En síntesis, el tipo que le brinda el amor en cuenta gotas se convierte en el más deseado.
Un terrible narcisismo las condena. Requieren urgentemente de la mirada del varón conflictivo para configurarse, sostenerse, ser. Su lema interno pareciera exclamar, renovando a Descartes: “deséame y existiré”.
Por eso cuando aparece “ése”, el Ulises que desafía el canto de sirenas, el que las deja y se va de viaje por el mundo no pueden desprenderse de su imagen.
Surge el síndrome de Penélope, aludiendo al goce secreto que tal vez le produjo a esa solitaria mujer la permanente e infructuosa espera de su amado y esquivo héroe griego.
Y para peor, el combustible de la llama en estas damas es el sentimiento de un fulano que siempre se queda en el umbral, en el signo de interrogación, encarnado en el varón resbaloso que está por venir pero no llega, y no el amor de los otros hombres que rechaza porque se vuelven conseguibles.
Dan lo que no tienen a alguien que no vendrá, es el camino permanente de muchas mujeres que no pueden entender que la pasión puede existir en la cotidianeidad, en el amor que se cumple, consuma y florece.
Por eso, a veces clínicamente sorprende la pasividad de esa señora que nos consulta que expresa que sigue amando a aquel sujeto que partió y no regresa, que no reconoce legalmente sus hijos, no le pase cuota alimentaria, no se relaciona eróticamente nunca jamás.
Por el contrario se banca ser la otra, la segunda, la que se esconde, la que viaja con él pero van en aviones separados y jamás se ven en domingo, en navidades, en restaurantes conocidos, etc.
Porque para ella la felicidad no es algo que se experimenta en el aquí y ahora, si no sólo un estado que se recuerda. Una anécdota eterna como ese abrazo maravilloso y seguro que le dio su primer hombre imposible cuando la sostuvo por primera vez, mientras mamá atendía las visitas.
Pero llega un día en que algunas chicas evolucionan, crecen y salen de esa adolescencia helénica. Empiezan a buscar una pareja en serio para encontrar el complemento posible que les permita formar un vínculo estable
- El Altruismo Sexual
El filósofo francés Auguste Comte (1798-1857) acuñó la palabra “altruisme” en 1851 y ésta fue adoptada luego por el castellano.
Según diversas corrientes sociológicas, incluyendo la corriente más escéptica, el altruismo no es otra cosa que una forma de hedonismo generada por un tercero hacia el individuo protagonista que, lejos de pertenecer a sí mismo, pertenece a los demás.
Está nombrado como una virtud cuando, en los seres humanos en los que recae, conlleva una pérdida del yo en favor del superyó del individuo. De este modo, la vida para estos seres humanos altruistas encuentra su “sentido de vida” en algo ajeno a ellas, accesorio, que les libra del dolor que conlleva la sensación de no hacer nada.
El altruismo sexual se produce cuando una persona por su minusvalía o temor a la perdida o el abandono del objeto amado se subalterna a los designios eróticos de éste aunque no los sienta o comparta.
En el inmenso universo de la sexualidad podemos encontrar distintas personas, según la forma en que la forma en que se enfocan las actividades sexuales. Entre éstas se encuentran aquellas que pretenden ser altruistas del sexo. Lamentablemente, las recibimos y atendemos en consulta médica con cierta frecuencia debido a que su actitud genera una serie de problemas sexuales
Se trata de individuos, a menudo varones, que entienden las actividades sexuales unilateralmente. Es decir, para ellos la satisfacción del sexo depende del grado de disfrute que consiga su pareja merced a su buen hacer. Al parecer, no les importa su propio gozo, pero sí les parece trascendental que su pareja disfrute al máximo.
Queremos subrayar que una actitud así, aunque puede parecer bastante loable, en realidad suele conllevar diversas inseguridades. De modo tal que, cuando estas personas llegan a consulta, generalmente, es porque han generado una disfunción sexual.
Es posible que su actitud “altruista” en el ámbito sexual sea una forma de querer compensar la disfunción. También puede deberse a que ésta sea el resultado de esa manera de enfocar el sexo.
Por lo general, este tipo de persona asume un rol totalmente activo en las relaciones sexuales. Consigue que su pareja se deje llevar y asuma una actitud pasiva en la consecución del placer.
Mientras, nuestro altruista del sexo se desvive por que su pareja tenga una experiencia sumamente placentera, intenta que no le quepa ninguna duda de su calidad como amante. En el fondo, simplemente desea suplir las inseguridades que experimenta. Estas personas creen que, si se dejan hacer, probablemente no responderán adecuadamente.
Por otra parte, el círculo vicioso se genera porque se pierde de vista la propia experiencia, al estar más atento a las reacciones de su pareja. En algunas ocasiones, en los casos más extremos, lo que intentan es evitar llegar al coito.
Esto puede deberse a que en el trasfondo de la situación el varón padece disfunción eréctil. Aunque el problema en otros casos es la eyaculación precoz. Lo que está claro es que su modelo para las relaciones sexuales tiene una actitud machista, carece de equilibrio y esto, tarde o temprano, suele tener algunas consecuencias negativas.
Pero la cosa no quedaría ahí. Esto es, han de ser personas totalmente despreocupadas por su propio orgasmo, al grado que estén dispuestas a sacrificarlo en pos del orgasmo del otro en la relación. Nunca se les había ocurrido pensar que su modelo para el sexo fuera inadecuado. Ni siquiera se lo habían planteado. No se han parado a reflexionar sobre que compartir placer es uno de los mayores beneficios del sexo.
Dícese de aquellos hombres y mujeres cuyo placer sexual reside en que su pareja disfrute. El propio placer y gozo puede pasar a segundo término: el verdadero orgasmo es ver que el otro lo logra.
Todos (o casi todos) los seres humanos suelen tener algo de altruistas sexuales. Nos encanta ver que la otra parte está satisfecha con nuestras maniobras eróticas. Y es uno de los actos más generosos que se pueden dar en la dinámica de intimidad.
No está mal de repente ‘sacrificar’ el propio clímax, el dolor de mano, mandíbula o pubis por no cortarle el momento mágico a nuestro novio, esposa, amante, etc. sea cual sea su orientación sexual. Pero vivir constantemente así es conflictivo. Y hay quienes más que altruistas sexuales se han convertido en la servidumbre sexual del otro o en su maniquí.
Incontables las mujeres que dicen que nunca llegan al orgasmo mientras encuentro a encuentro ven con envidia a su sudoroso hombre con la sonrisa en la boca a concluido el acto.
Por desgracia (y no es sexismo) esa parte es más común que se dé en las mujeres. Casi siempre él les gana con su eyaculación, con la perdida de la erección lo que se traduce en su cabeza (y su cuerpo obedece) en un periodo refractario de cansancio, fatiga y hasta sueño.
Una buena receta es buscar que ella tenga un primer orgasmo por estimulación (la que gusten) y proceder a la penetración una vez que está o muy cerca o tras la obtención del mismo. Además, su vagina, como saben, estará mucho más “confortable” y lista para que ambos lleguen al clímax.
Los que fingen orgasmos, son unos altruistas maravillosos. Lo hacen porque saben que por más que el coparticipe le haga cualquier tipo de actividad erótica, el orgasmo no va a llegar y entonces de este modo se evita cualquier tipo de performance con tal de que el otro/otra no se quede insatisfecho/a.
En síntesis estos tipos de aparente hipersexualidad (hiperestesia espuria) ya sea con hipergenitalidad o solamente hipererotismo es solo una parodia con la cual se intenta compensar un verdadero estado de insatisfacción sexual.