9. ¿Es el travestismo la expresión de un tercer género?
El travestismo se lo describe como expresión de uno de los dos roles de géneros disponibles en nuestra sociedad: masculino o femenino, aún cuando éste alterne entre uno u otro género según determinadas situaciones de interacción social (Barreda, 1993) o se mueva en un continuum de roles masculinos y femeninos (Ekins, 1998).
Las antropológas M. Kay Martin y Bárbara Voorhies (1978) han analizado el travestismo como una tercera posibilidad del rol de género, un tercer status sexual, lo que se ha dado en llamar el tercer género. En igual dirección ubicamos a autores como Roscoe (1996), Habychain (1995), Bolin (1996), entre otros autores. Esta categoría, al igual que la equivalente biológica de intersexo, agrupa al conjunto de individuos de género confuso. En algunas ocasiones se toma como criterio clasificatorio el desplazamiento entre género y sexo; en otras se repara en la orientación sexual (homosexual, heterosexual, bisexual).
Finalmente, hay quienes estiman que la característica más destacada del travestismo es impugnar el paradigma de género binario poniendo al descubierto el carácter ficcional que vincula el sexo al género. Así por ejemplo, Marjorie Garber (1992) utiliza la categoría tercer género pero en un sentido muy lejano al dado en las etnografías ya referidas. Garber dice que tercer género no quiere decir género borroso, no es otro sexo sino un modo de articulación, una manera de describir un espacio de posiblidad, un desafío a la noción de binariedad, poniendo en cuestión las categorías de masculino y femenino, ya sean éstas consideradas esenciales o construidas, biológicas o culturales.
Una gama muy amplia de estudios antropológicos ha investigado el travestismo a partir de la hipótesis de que éste debía ser interpretado como expresión de un tercer género. Estas discusiones sobre las etnografías ocupadas en estudiar fenómenos que han sido tomados como explicación transcultural del travestismo.
Estos individuos son agrupados en categorías ontológicas, identidades, tareas, roles, prácticas e instituciones divergentes que han resultado en más que dos tipos de personas; esto es, lo que los occidentales clasificarían como dos sexos (macho y hembra) y dos géneros (masculino y femenino).
Uno de los ejemplos más citados en la bibliografía orientada a defender la hipótesis de un tercer género son los berdache de Norte América. Berdache fue originalmente un término árabe y persa que nombraba a la pareja más joven en una relación homosexual. Usado originalmente en Norte América desde el siglo XVII, el término no fue adoptado hasta el siglo XIX y solamente en el ámbito de los antropólogos norteamericanos. Documentado por Kroeber en los años 40 como individuos que se creía adoptaban papeles pasivos en la actividad homosexual, que se vestían como mujeres y actuaban como tales, el rol berdache será reevaluado en la década del 70.
Como resultado de una diversidad de contribuciones que se dan en esa década y en parte de la siguiente, entre ellas las provenientes del feminismo, se llega a un relativo consenso respecto a que los rasgos más destacados del berdache son tanto de carácter religioso y económico como una variación de género. En relación con este último rasgo, el uso de ropas del sexo contrario fue el marcador más común y visible, aún cuando muchos observadores señalaron que al tiempo que muchos berdaches llevaban ropas del sexo opuesto, otros usaban prendas que no pertenecían ni a uno ni a otro sexo y algunos llevaban ropas del sexo opuesto sólo en determinadas ocasiones. Igual variación se observó con relación a la orientación sexual. Algunos tenían su pareja no berdache del mismo sexo, otros parecían ser heterosexuales y otros bisexuales.
El transgénero abriga un gran potencial sea para desactivar al género o para crear en el futuro la posibilidad de géneros supernumerarios como categorías sociales que no están basadas ya en la biología.
La emergencia de la transgeneridad enfatiza, de alguna manera, la valoración del género como producido socialmente y no dependiente de la biología, con lo cual también la vinculación entre género y orientación sexual ha sido alterada. La posibilidad de que existan mujeres sociales con pene erosiona la coherencia de la heterosexualidad y el sexo biológico
El sistema binario de género es impugnado por un desplazamiento entre sexo y género o entre género y orientación sexual, y la solución a ello propuesta es la de géneros supernumerarios o géneros múltiples.
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