El problema de las drogas
El denominador común de las drogas (en menor grado el tabaco y la cafeína) es la capacidad de variar la conducta, en algunos casos transformar la personalidad e incluso llevarle a situaciones de dependencia total respecto a la sustancia, así como en algunos casos hasta un síndrome de abstinencia (SA).
Los efectos que produce son diversos desde la excitación, la inhibición o la relajación del SNC. Según el potencial del fármaco la repercusión en el cerebro aumenta llegando a producir completa perturbación mental asimilable a una enfermedad mental que anula el entendimiento y la voluntad.
Se entiende por droga a una sustancia que, introducida en el organismo de diversa forma, sea para fines terapéuticos o no, es capaz de producir una modificación en la conducta,(actúa sobre el SNC) condicionada por los efectos inmediatos o persistentes de tal forma que genere el impulso de reiteración en el consumo hasta llegar a la fármaco-dependencia.
Las drogas pueden ser capaces de generar acostumbramiento (tolerancia celular) y dependencia física (su falta provoca un síndrome de abstinencia) y psíquica (hábito).
Es preciso señalar que no todos los toxicómanos delinquen. El consumo prolongado de determinadas drogas con alto potencial tóxico, en especial el alcohol, algunos psicofármacos y los inhalantes entre otras, provocan lesiones cerebrales graves y en ocasiones irreversibles, así como la transmisión de enfermedades muy graves como la hepatitis y el SIDA.
El consumo de drogas, en especial las que mayor adicción provocan, pueden dar lugar a conductas que inciden en la imputabilidad por tres motivos principalmente: a) la intoxicación de la sustancia que altera la capacidad cognoscitiva y volitiva del psiquismo por ejemplo: el alcohol, b) por el síndrome de abstinencia que afecta su conducta, como por ejemplo: la heroína y c) por las patologías asociadas que las drogas comportan como los delirios paranoides como por ejemplo: las anfetaminas y la cocaína.
Recordar que la droga atrae por el placer y retiene por el dolor.
Existe un tipo de personalidad especial dentro de los toxicómanos, denominado toxicofilia (predisposición a sufrir dependencia frente a sustancias tóxicas).
La toxicofilia puede ser orgánica y psíquica. La primera se caracteriza porque el individuo acusa síntomas de abstinencia desde las primeras tomas. Suele aparecer accidentalmente (contacto casual con la droga) o por prescripción facultativa. La toxicofilia psíquica se caracteriza por una especial estructura de la personalidad (oscilaciones anímicas, inmadurez emocional, bajo nivel de frustración, egocentrismo, reacciones en cortocircuito, etc.) que le exige al individuo la búsqueda del placer en forma inmediata sin reflexionar sobre las consecuencias. Suelen reaccionar en forma totalmente anormal con una ingesta relativamente baja.
Es sabido que los efectos de las drogas no sólo dependen de factores personales sino también de condicionamientos psicosomáticos y ambientales.
Los politoxicómanos son los que poseen mayor proclividad a la delincuencia. La violencia considerada como agresividad biológica mal canalizada es un fenómeno que se desencadena de forma muy sintomática en consumidores de sustancias tóxicas, ya sean éstos adictos o consumidores experimentales.
A nivel social, se presenta la droga como algo demoníaco externo a la sociedad, que es capaz de infectar al cuerpo sano de las personas, pasando a ser el toxicómano como una “subclase” marginal dentro de la sociedad, hecho que suele traer aparejado el resentimiento social del consumidor, que se vanagloria de su rol con orgullo y vanidad como forma de expresar su rechazo al rechazo social que sufre.
Es muy frecuente de observar que el toxicómano es por lo general consumidor de varias drogas, ya sea de forma simultánea o por separado. Suele ser consumidor de tabaco y alcohol, además de las drogas a las que se tiene la adicción principal.
Las combinaciones que se pueden observar son: la mezcla de cocaína y/o anfetaminas con alcohol o marihuana o LSD u otras formas más sofisticadas como el “crack”, la “burundanga”, el “éxtasis”, el “coraje”, etc., que pueden provocar comportamientos compatibles con TMT.
La mezcla de heroína con cocaína (“speedball”), no es común en la Argentina. La mezcla de alcohol con sedantes (barbitúricos, benzodiacepinas, etc.), con cannabis, LSD o antidepresivos pueden provocar estados de inconsciencia que pueden ser contemplados dentro de los TMT.