2.4. EL TRAVESTISMO
El travestismo es una de las vicisitudes de la identidad de género en el proceso de sexuación dentro del desarrollo de la personalidad sexual de un individuo.
El travestismo aparece cuando una persona que siendo inequívocamente de un sexo siente placer erótico en vestir con ropas del otro sexo o mostrarse con la apariencia externa correspondiente al otro sexo (transformista), sin intención de modificación quirúrgica de sus genitales, hecho que marca el diagnóstico diferencial con el transexualismo (conflicto de la identidad sexual).
Se trata de un individuo que utiliza prendas socialmente asignadas al género opuesto, es decir, se identifica eróticamente con el rol del género opuesto en detrimento de la asignación del género propio.
Se diferencia del drag, que se limita al entretenimiento, y con menor extensión, en el concepto que el cross-dressing que se enfoca en la utilización de indumentaria del género opuesto sin averiguar en su intención.
El análisis del travestismo fue profusamente desarrollado en nuestro trabajo “El Travestismo: Implicancias sexológicas, médico legales y psicosociales” Publicado en la Revista de Psiquiatría Forense, Sexología y Praxis de la AAP Año 12 Vol. 5 Nº 2 (18) Pág. 33-54 septiembre 2006
Concepto
Se entiende por trasvestismo o fetichismo trasvestista término acuñado por el sexólogo judío alemán Magnus Hirschfeld (1868-1935) o D’Eonismo según el activista social británico Havelock Ellis (1859-1939) a la utilización de ropas del sexo opuesto para lograr el placer sexual.
[table colwidth=”33|34|33″ colalign=”center|center|center”]
,,
Magnus Hirschfeld,Havelock Ellis,Chevalier D’Eon
[/table]
Havelock Ellis lo consideró como una inversión sexo estética. El caballero Chevalier D’Eon (1728-1810) usaba ropas femeninas para desempeñarse socialmente, de allí que también se conozca esta parafilia como D’Eonismo. Es también el caso de Edgar J. Hoover (1895-1972) el director del FBI.
No se debe confundir entonces con el travestismo homosexual masculino utilizado exclusivamente para ejercer la prostitución, (en este caso la ropa femenina es un “uniforme de trabajo”), con una persona disfrazada o representando un espectáculo (transformismo) que puede o no ser además un homosexual.
El verdadero trasvestismo suele ser el oculto, el que goza con la utilización de prendas del sexo contrario, especialmente intimas (trasvestofilia).
La trasvestofilia es la excitación erótica y la facilitación y el logro del orgasmo relativas a, y dependientes del hecho de vestir prendas, especialmente prendas interiores, del otro sexo.
Los elementos esenciales para considerar una conducta como trasvestista genuino son los siguientes:
- ser una necesidad impulsiva erótica independiente de toda coacción externa.
- se debe descartar que no sea un hecho circunstancial de disfraz, representación teatral o coacción social (caso George Sand)
- tiene independencia de la orientación sexual (ya que se puede dar en autosexuales, homosexuales heterosexuales y bisexuales).
De manera tal que, debe diferenciarse la forma genuina, que es la atracción erótica de vestir ropas distintas a las asignadas para su sexo biológico, manifestación que por lo general suele ser oculta a diferencia de la forma ostentosa o espuria que suele ser una representación que responde a motivaciones de búsqueda de algún beneficio secundario como por ejemplo la expresión lucrativa de una homosexualidad prostibularia o la explotación artística.
Todos los autores están de acuerdo que el trasvestismo genuino como parafilia se da fundamentalmente en sujetos heterosexuales. Tanto en las estadísticas de Harry Benjamín como en la de Prince (1967) solo el 29% de los sujetos consultados admiten conductas o tendencias homosexuales.
Si bien es cierto que hay homosexuales que se travisten en aras del espectáculo, la prostitución o simplemente el placer estético o por histrionismo pero ello no guarda relación directa con la excitación sexual.
Lo común es que se trate pues de varones heterosexuales, habitualmente casados y con hijos, que guardan en secreto su parafilia inclusive a sus parejas.
La diferencia entre el trasvestista homosexual y el heterosexual está en que el primero necesita hacer pública su conducta (la participa) mientras que el segundo por lo general la mantiene oculta y la manifiesta en forma privada.
El trasvestista (1% de la población) suele tener predilección fetichista por alguna prenda del otro sexo en especial.
A diferencia del transexual no reniega de sus genitales, su rasgo característico es el deseo impulsivo de vestirse con ropas del otro sexo para lograr placer (goza con ellos) o tranquilidad psíquica para bajar la ansiedad. La mujer trasvestista (que viste de varón) es poco frecuente como expresión erótica.
Entre los mecanismos de producción de la conducta trasvestista se pueden citar:
- los fetichistas que visten con uniformes
- los parcialistas que utilizan solo una prenda del otro sexo
- los que mimetizan su vestimenta, o sea que se visten con ropas del mismo sexo solo por encima (travestismo de ropa interior)
- los de conductas paroxísticas (por épocas)
- los oníricos (sueños con conductas trasvestista) y simbólicos (usan apodos del otro sexo)
En la práctica se pueden observar tres grupos de trasvestista:
- los que obtienen placer con simples ropas de vestir femeninas (ropa interior). Colocadas estas vestimentas sirven de preludio de una masturbación (fetichista-trasvestista) o impulsan a que le permita una relación heterosexual por proyección imaginativa.
- los que se les desarrolla el deseo a través del acicalamiento y vestir femenino sea total o parcial pretendiendo inclusive “pasar por mujer” (feminofilia) durante un lapso que puede durar minutos u horas.
- los que el acto de travestirse se extiende a períodos prolongados de tiempo incluyendo el equívoco femenino. Suelen poseer un extenso guardarropas, se convierten en peregrinadores de tiendas femeninas e invierten un considerable tiempo en contemplarse travestidos ante el espejo y sin embargo al contrario de los transexuales (conflicto de identidad sexual) no se identifican como mujeres a pesar de lo cual son los que más posibilidades tienen con el tiempo de desarrollar una condición transexual convirtiendo el problema de identidad de género en un conflicto de la identidad sexual.
Por lo común esta parafilia, de observación mucho más frecuente en el varón, tiene su comienzo en la niñez con las primeras masturbaciones como vicisitud de la identidad de género (internalización de roles femeninos) Con el desarrollo de la personalidad se puede afianzar como una perturbación sexual cualitativa por deformación de la imagen de la pareja respecto al objeto con que se obtiene placer erótico u orgasmo (la utilización de ropas del otro sexo).
No obstante ello se puede recordar que el travestismo puede o no estar ligado a la orientación sexual, siendo posiblemente relacionado con un deseo transexual de ser identificado como una persona del género opuesto.
El término travestismo también puede ser utilizado para referirse al patrón conductual y expresión sexual de los artistas de drag, en los que el drag signifique algún tipo de expresión sexual que no se limite simplemente a la interpretación de un personaje con el fin de entretener al público o provocar hilaridad.
El fetichismo travestistas es una parafilia que designa el vestirse con la indumentaria socialmente asignada al género opuesto como un medio de placer. Estereotípicamente se asocia al travestismo con la homosexualidad. Dentro de la cuestión moral, debe identificarse a una persona travestistas como una persona del género con el que se identifica, sin importar que éste corresponda o no a la indumentaria que utiliza.
Algunas reflexiones
Hemos observado la problemática del trasvestismo en la Argentina a través de muchos años de experiencia en el área de la sexológica, la psiquiatría y la medicina legal. De dicha experiencia surgen algunas conclusiones:
- El trasvestismo desde el punto de vista psicosexual está establecido como una perturbación sexual cualitativa denominada dentro del campo de las parafilias (DSM V de la APA) o de las desviaciones sexuales (CIE 10 de la OMS). Es una manifestación frecuente en los varones y rara en las mujeres.
- Las variantes de expresión o actividad sexual de un trasvestista son múltiples, de manera tal que se debe investigar cada caso en particular.
Se debe distinguir tres formas fundamentales de feminización:
- si es solamente la feminización del rol género en forma ostentosa (manifestación de una conducta social en búsqueda de un beneficio secundario, ya sea motivacional, artístico o prostibulario, etc.);
- si se acompaña además de una erótica feminizante en forma por lo general oculta (compromiso que tiene como intención o como efecto despertar el deseo sexual o la excitación en sí mismo o con el otro independientemente de la orientación sexual que establezca) siendo por lo general una manifestación de un trasvestismo genuino;
- el focalizar los deseos y prácticas femeninas para feminizar su cuerpo. Ellos pueden incluir cambios deseados, efectivos o simulados, tanto de las características primarias como secundarias del sexo, que van desde el transformismo a la transexualidad. Recordar que el transvestista no quiere modificar sus genitales a los que utiliza como fuente de placer erótica, mientras que el transexual rechaza o repudia sus genitales (renuncia al erotismo)
- Dicha perturbación sexual en el área asistencial médica se encuentra subordinada al interés del trasvestista a ser asistido o no de acuerdo a su conducta sexual la viva como egosintonía o egodistonía.
- Desde lo médico legal el accionar del perito dependerá de que el actor haya violentado alguna norma legal y sea requerido por la Justicia para su investigación a los fines de dar respuesta al interrogante que plantee un magistrado.
- Las parafilias en general no son conductas delictivas, razón por la cual son patrimonio de la vida privada de cada individuo en tanto en cuanto su comportamiento sea similar al exigido por la sociedad a un no parafílico.
- La evolución histórica de la experiencia de los travestistas en Argentina, está signada por distintos avatares que van desde la prisión, siguiendo por el consultorio y terminando en la calle, como una sucesión genealógica del travestismo, y que continúa estructurando el mundo en el que los travestistas viven aún en la actualidad.
Implicancias médico legales
Las parafilias no constituyen “per-se” delitos, ya que el Código Penal Argentino (CPA) no los tipifica como delito, por lo tanto no debe considerarse a los trasvestista como delincuentes por el solo hecho de ser tales.
Muchos de ellos presentan conductas delictivas, ejercen la prostitución, o son detenidos por transgresiones a las normas jurídicas, pero no por su conducta sexual si es ejercida en privado o su comportamiento es ejercido de acuerdo a lo que se espera o se exige para un no parafílico.
No obstante ello, los travestistas explícitos suelen presentar conflictos en relación a su vinculación social y a su integración en la comunidad. Tales dificultades surgían sobre todo en lo relacionado con los llamados “edictos policiales”.
En el año 1997 estallan en la Ciudad de Buenos Aires los debates en torno a la derogación de los Edictos Policiales.
Los edictos, comprendidos en el llamado Código de Faltas, son facultades ejercidas por la policía para reprimir actos no previstos por las leyes del Código Penal de la Nación. Cuando se otorga la autonomía a la Ciudad de Buenos Aires, los edictos caducaron y la nueva Legislatura porteña elaboró una norma que los remplazó
En marzo de 1998 se sanciona el Código Convivencia Urbana en el que desaparecen figuras tales como la prostitución, vagancia y mendicidad y las detenciones preventivas en materia contravencional.
La aprobación de este código generó serias polémicas en el interior de la sociedad, la discusión se polarizó entre quienes lo apoyaban y quienes sostenían la necesidad de continuar con las penas otorgadas por los edictos, sobre todo las referidas a la prostitución.
Es en ese contexto que integrantes de las organizaciones travestistas, reivindicaron el derecho a usar prendas del sexo contrario en lugares públicos y ejercer la prostitución callejera.
Además algunos movimientos sociales, especialmente el movimiento gay, lésbico, travesti, transexual y bisexual, asociaciones de derechos humanos y otras del movimiento feminista, se manifestaran públicamente en contra de cualquier modificación al nuevo código
Los debates sobre la derogación de los Edictos Policiales primero y sobre el Código de Convivencia Urbana luego, tuvieron al travestismo organizado como protagonista.
Con la introducción de la diferencia entre sexo biológico y el rol de género como el significado cultural que el cuerpo sexuado asume en un momento dado, fue puesto en cuestión por el travestismo.
En efecto, éste parecía decir a la sociedad que, aun admitiendo la existencia de un sexo binario natural, el travestismo aparece como una interpretación del sexo biológico diferente a lo esperado.
[spp title=”II. Diagnóstico diferencial. (5. TRANSEXUALISMO)”]