Contentidos
2.2. ANDROGINIA
La androginia forma parte de las vicisitudes de la identidad de género.
La internalización de la masculinidad o feminidad (identidad de género) surge como consecuencia de la interacción entre lo que el individuo “es” como diferenciación sexual desde el área biológica (macho o hembra) y lo que el medio donde se halla inmerso “espera que aprenda y aprehenda” de lo aprendible y aprehendible como roles sexuales masculinos o femeninos puestos a disposición e impuestos por esa cultura o grupo de pertenencia.
Dicha convicción o autoconciencia de ser “niño o niña” se logra habitualmente alrededor de los tres años de edad. Es decir a partir de esa época en el área psíquica del desarrollo de la personalidad sexual ya pueden aparecer diferentes alternativas en la identidad de género de acuerdo a la mayor o menor concordancia entre el sexo morfológico y la sexualidad de asignación.
La androginia es la presencia de rasgos físicos y/o psicológicos de determinado género en un individuo del género opuesto. Es una expresión sexual ambigua o unisex.
Concepto
La androginia es el carácter dicotómico del género sexual, (fenotipo ambiguo). Son personas que no se ajustan a los estereotipos culturales del rol de género exhibiendo comportamientos psico-sociales tanto masculinos como femeninos.
La palabra androginia se deriva del griego, “anér” (hombre), y “gyné” (mujer), o sea se refiere a la mezcla de características masculinas y femeninas. Por lo tanto la androginia se refiere a un organismo que presenta características tanto masculinas como femeninas.
La Real Academia Española proporciona para “andrógino” una definición alternativa que especifica “es una persona cuyos rasgos externos no se corresponden definidamente con los propios de su sexo“.
El andrógino sería pues o bien un ser físicamente intermedio, con rasgos sexuales de varón y de mujer, o bien un varón o una mujer que no aparenta de forma clara el sexo al que pertenece.
Pueden acompañarse desde lo biológico con una indiferenciación del sexo morfológico que neutraliza así el dimorfismo sexual en una configuración sexual ambigua y concomitantemente se acompaña de una confusión en la internalización de los roles asignados culturalmente dando al individuo una apariencia unisex.
La androginofilia es la atracción sexual por personas andróginas.
El mito del andrógino
Según cuenta el mito, estos seres intentaron invadir el Monte Olimpo, lugar donde viven los dioses, y Zeus, al percatarse de esto, les lanzó un rayo, quedando éstos divididos. Desde entonces, se dice que el varón y la mujer andan por la vida buscando su otra mitad.
Andrógino | Zeus separa al andrógino |
Este mito daría explicación a la homosexualidad y heterosexualidad en la antigüedad ya que según el mito también habría andróginos compuestos por lo que serían dos hombres y andróginos integrados por dos mujeres.
Muchas veces una teoría que interpreta el amor como una fuerza que empuja a una persona a buscar su complemento psicológico en la relación de pareja con otra persona se dice que es su “media naranja” o “almas gemelas”.
El término fue mencionado por primera vez por el filósofo griego Platón, que en su obra “El Banquete” menciona a un ser especial que reunía en su cuerpo el sexo masculino y el femenino y/o masculino-masculino y femenino-femenino.
Platón nos relata cómo en otro tiempo existía una clase particular de ser humano que se llamaba “andrógino”; este ser reunía en sí a los dos sexos: el sexo femenino y el sexo masculino. Los seres humanos tenían formas redondeadas: la espalda y los costados colocados en círculo. Contaban con cuatro brazos, cuatro piernas, dos rostros y una sola cabeza. Tales cuerpos resultaban muy vigorosos y concibieron la idea de combatir a los dioses.
Zeus, entonces, planeó un medio para debilitar a los seres humanos: dividirlos en dos. Desde entonces los humanos tuvieron que caminar sólo con dos piernas. Hecha esta división, cada mitad hace esfuerzos para encontrar a su otra mitad.
Cada uno de nosotros, diría Platón, “no es más que una mitad de ser humano, que ha sido separada de su todo como se divide una hoja en dos“.
En el desarrollo de la cultura occidental posterior a la cultura griega se ha utilizado el mito del andrógino descrito por Platón para justificar la necesidad de complementación psicológica que los varones y las mujeres tienen entre sí.
Para establecer una relación de pareja, se llegó a afirmar alguna vez, que un varón necesita a una mujer; y una mujer necesita a un varón. Implícita, o explícitamente, se eliminan otras relaciones de pareja: si un varón, por ejemplo, no busca una complementación en una relación con una mujer, se afirmaba en el pasado, le faltaría algo. Y aquí se vuelve a apelar a la necesidad mutua que los varones y las mujeres tienen entre sí señalada por el mito del filósofo ateniense.
Dice Platón: “A las mujeres, que provienen de la separación de las mujeres primitivas, no le llaman la atención los hombres y se inclinan más a las mujeres; a esta especie pertenecen las tribales. Del mismo modo, los hombres que provienen de la separación de los hombres primitivos, buscan el sexo masculino. Si se casan y tienen familia, no es porque la naturaleza los incline a ello, sino porque la ley los obliga” (Platón en Simposio o El Banquete o de la Erótica).
En conclusión: el mito del andrógino que Platón desarrolla supone una explicación, vital y emocional, de las relaciones de pareja tanto heterosexuales, como homosexuales.
En la India, el andrógino estaba representado por Shiva y su consorte Párvati, fundidos en un solo ser.
Un mito judío del Talmud (obra que recoge principalmente las discusiones rabínicas sobre leyes judías, tradiciones, costumbres, historias y leyendas, del Midrash (término hebreo que designa un método de exégesis de un texto bíblico, dirigido al estudio o investigación que facilite la comprensión de la Torá), y el Zohar Jadash (colección de obras que se dividen en tres partes donde Jadash era una de ellas), refieren que el primer ser humano fue hermafrodita.
Adán era varón y mujer a la vez. Dios tomó uno de sus lados para crear el amor, hendió verticalmente al ser bisexuado haciendo de uno un varón y del otro una mujer. El amor es, entonces, la búsqueda del otro porque sin el otro uno permanece como medio ser: “Por lo tanto abandonará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán una sola carne”. Es una cita bíblica fuera de contexto (Génesis 2:24).
Descripción general
Pero, ¿por qué no puede ser una persona, a la vez, masculina y femenina?
En realidad, la mayoría de la gente conoce a quienes son ambas cosas. Por ejemplo, una mujer con fuertes motivaciones de logro, que tenga mucho éxito en su carrera, juegue muy bien al tenis y se incline por el uso de los pantalones vaqueros y que, al mismo tiempo, le guste cocinar y coser, llevar trajes largos y sea muy sensible y cariñosa. Una persona andrógina es, por tanto, la que presenta características psicológicas masculinas y femeninas.
El concepto de androginia se basa en un modelo bidimensional de masculinidad-feminidad. Su idea central consiste en considerar la masculinidad y la feminidad como dos dimensiones independientes, de las que una abarca desde lo nada femenino a lo muy femenino y la otra desde lo nada masculino a lo muy masculino, en vez de considerar masculinidad y feminidad como los extremos opuestos de una única escala.
Esto permite tener en cuenta a las personas andróginas, es decir, aquellas que tienen, al mismo tiempo, una masculinidad y una feminidad elevadas, sin dejar de lado a las personas femeninas y masculinas.
Este es un modelo bidimensional que, a diferencia del unidimensional bipolar y tradicional, permite considerar a aquellas personas que son, a la vez, muy masculinas y muy femeninas, es decir, andróginas.
Los rasgos andróginos son aquellos que o bien no tienen una definición de género alguno, o bien tienen aspectos que corresponden al sexo opuesto. Los rasgos androgénicos pueden ser físicos o fisiológicos y psicológicos.
La androginia fisiológica se refiere a rasgos físicos, a diferencia de la androginia psicológica o del comportamiento, que se relaciona con actitudes personales y sociales que se asumen en lo que respecta al género y la identidad.
Esta androginia externa se ha usado como una característica de la moda, y algunos ejemplos pueden ser las mujeres que usan pantalones de hombre, los hombres usando faldas, etc. Estas conductas no se consideran transexuales.
Mujeres homosexuales o lesbianas que no se definirían como machonas ni tampoco femeninas se podrían identificar con otras etiquetas como la de andróginas.
Algunas lesbianas rechazan estas “etiquetas genéricas” y resienten que se les impongan desde la sociedad. Nótese que “marimacho” y “andrógina” muchas veces se confunden y se consideran sinónimos.
Las personas que muestran rasgos o características andróginas se consideran mentalmente estables ya que pueden considerar las situaciones desde una perspectiva femenina como también desde una masculina.
Hay diversas formas de definir u explicar la masculinidad-feminidad (M-F).
Los tipos de personas no son tan sencillas y un modelo que trate de incluirlas en una de las dos categorías (femenina y masculina) sufre de una simplificación excesiva.
Este modelo es bastante superfluo para abarcar las diferencias del mundo de hoy, al suponer que todas, o la mayoría de las mujeres, son femeninas y que todos, o la mayoría de los varones, son masculinos.
Su premisa, de que una mujer sólo demostrará de forma consistente las características de la personalidad femenina es, desde luego, cuestionable.
Por último, este modelo pasa por alto toda la variabilidad que existe entre dos mujeres, sin mencionar las grandes semejanzas potenciales entre los géneros. No obstante, esta conceptualización está muy extendida y es muy persistente.
En vez de afirmar que una persona es “masculina”, podemos decir que algunas personas son muy masculinas; otras, bastante masculinas y, otras más, no demasiado masculinas, y otro tanto ocurre en relación con la feminidad. Así, por ejemplo, podríamos decir que Burt Reynolds es más masculino que George Bush, quien, a su vez, es más masculino que Woody Allen. Probablemente estas personas se sitúan en diferentes puntos de una escala.
Otro objetivo perseguido es el de contrarrestar la concepción errónea de que la masculinidad y la feminidad son opuestos. Los hombres y mujeres andróginos comparten muchas de las mismas características de personalidad en lugar de seguir los esquemas tradicionales de los roles de cada género. Sin embargo, no existen estudios longitudinales completos sobre el desarrollo y los efectos de una persona andrógina y las investigaciones presentan resultados ambiguos.
La androginia en la moda
Un ejemplo claro de ello es el de Andrej Pejić (1991–) nacido en Bosnia-Herzegovina, Yugoslavia, y que en el 2000, la familia se trasladó a Melbourne, Victoria, Australia como refugiados políticos, cuando Andrej tenía ocho años de edad.
Es un modelo andrógino australiano, que ha modelado tanto ropa para varón como para mujer. Además, él ha sido considerado como una de las mujeres más bellas del 2011, y quién recientemente revoluciono el mundo del modelaje por sus rasgos físicos y por desfilar para marcas de ropa femenina, siendo él, biológicamente, un varón.
Andrej Pejić | Jean-Paul Gaultier | Margaret Fuller |
En este mundo de constante cambio el factor social es lo que caracteriza la androginia. La concepción que se tenía de los sexos, en materia de moda, comenzó a difuminarse cuando implementos (prendas) que se consideraban propias del varón como sombreros, camisas, chaquetas de trajes, comenzaron a ser parte del guardarropa femenino rompiendo con el contexto tradicional.
Mujeres que comenzaron a vestir prendas de varón sin dejar de lado su feminidad, varones que se arriesgaron a utilizar prendas que se consideraban solo para mujeres, pero conservando esa virilidad que los caracteriza.
La mezcla de prendas masculinas y femeninas cada vez más se apropia de las pasarelas en cada temporada convirtiéndose en una tendencia.
El diseñador de moda francés Jean-Paul Gaultier (1952–) dice: “Ser andrógino es mucho más que simplemente vestir a una mujer de hombre o un hombre de mujer. Es algo más sutil”.
La imagen del hombre se diluye en las curvas de la mujer. La moda introdujo el elemento híbrido y poco a poco se va estableciendo. Miradas femeninas envueltas en trazos masculinos, al igual que voces masculinas delineadas por la sensibilidad femenina.
El mundo de la moda ya los adoptó para difundir importantes campañas. Una mirada diferente sobre una tendencia diferente.
La escritora y activista feminista Sarah Margaret Fuller: (1810-1850) dijo: “Aunque lo masculino y lo femenino hayan sido dos lados del gran dualismo radical, en realidad siempre se están entremezclando. El líquido se solidifica y el sólido se derrite. No existe ningún hombre completamente masculino ni ninguna mujer completamente femenina”.
La ambigüedad se ha convertido en una cuestión matemática dentro de la moda actual, pero no como identidad textil, sino también como identidad corporal y sexual.
La modelo española nacida en Madrid en 1977 Bimba Bosé (Eleonora Salvatore Dominguín), se ha destacado por su belleza masculina para campañas publicitarias y cautiva por su simpleza y hace un culto del estilo compuesto por cejas depiladas a cero, boca pequeña, cara delgada y un cuerpo que no expone ninguna curva, ella es capaz de convertirse en la más seductora de las mujeres, como en el hombre más recio. Sus piernas y cuerpo delgado y su aspecto andrógino la llevaron a ser requerida por los diseñadores más importantes del mundo de la moda y de las revistas especializadas.
Bimba Bosé | Lorena Pérez | Adrián Dárgelos | Martín Churba |
La modelo española Lorena Pérez (1991–) Miss Barcelona 2009 dice: “La figura andrógina es la base para todo un campo de interacción que nace tanto desde lo femenino y masculino. Esta nueva tendencia resulta por una política igualitaria entre hombres y mujeres que motivan el equilibrio de género desde un gesto único y plural“.
Del ámbito nacional, los integrantes del grupo de rock Miranda juegan con el “look andrógino”, imitando lo que en su momento fue su par el cantautor argentino Adrián Dárgelos (Adrián Rodríguez) (1969–) de los Babasónicos allá por la renaciente década del 90.
Por su parte, el diseñador Martín Churba mostró hace un par de años en el Buenos Aires su colección “Tramado andrógino”, donde se destacaron los cuerpos longilíneos, las melenas cortas y los diseños sin curvas.
La androginia como ideal de la posmodernidad
La temática de la androginia surge como concepto resultante de una filosofía que promueve la igualdad entre hombres y mujeres.
En base a este nuevo estereotipo, se desarrolla el diseño de una utopía basada en la igualdad de oportunidades para ambos sexos.
El hombre es por naturaleza un ser social que interactúa constantemente con otros seres humanos a través de la comunicación en sus múltiples formas, entre las cuales se destacan la verbal y la no verbal.
La comunicación no verbal se realiza a través de una multiplicidad de signos. Es la semiótica o semiología, la ciencia encargada de analizar dichos signos; para ello se investiga los diversos sistemas de comunicación dentro de las sociedades humanas, teniendo como objeto de estudio la naturaleza de los signos. El “vestir” tiene la función de signo tanto como la mirada, la postura y los gestos, ya que la indumentaria es un significante que transmite una serie de significados.
El vestido, es un medio de comunicación no verbal relacionado con aspectos externos. A través de la vestimenta, se puede distinguir el sexo, ocupación, nacionalidad y posición social de una persona, haciendo posible elaborar una adaptación preliminar de los comportamientos hacia ese individuo.
El vestido, es una “carta de presentación”, ya que la primera imagen que los demás recrean sobre la otra persona es producto de su aspecto físico y de su forma de vestir.
La indumentaria, con el paso del tiempo, se ha convertido no sólo en un signo diferenciador, sino también en un comunicador social, ya que se ha codificado y convencionalizado dentro de un entorno determinado, asumiendo el valor de signo dentro de un sistema semiótico. Es un signo que “habla” del sujeto que lo porta, dice lo que es y lo que no es.
Aunque la moda ha tenido gran importancia a lo largo de toda la historia, nunca ha sido tan enfatizada como en estos últimos años, donde la supuesta diferencia entre hombres y mujeres en el interés por la ropa, como así también la marcada diferencia del vestir entre ambos géneros fueron dejados de lado, dando lugar a una nueva imagen donde la mujer es totalmente liberal y el hombre puede gozar de placeres anteriormente “femeninos”.
Con el surgimiento de la posmodernidad, se producen grandes cambios tanto en la práctica como en el imaginario social.
Se cuestiona la sociedad tradicional regida por normas y se facilita el paso a una sociedad más dúctil, más diversa, más individualista, permitiendo que las diferencias de rasgos o atributos entre ambos géneros comiencen a desdibujarse.
Dentro de esta nueva sociedad inmersa en un proceso de individualización, la androginia cobra una especial importancia, ya que cumple con la utopía de igualdad de oportunidades tanto como para la mujer como para el hombre creando un rechazo a las identidades prefijadas “varón” o “mujer”.
Se está hablando últimamente de modelos andróginas que desfilan en pasarelas cuyo rostro y expresión induce a la confusión, hablar de modelos andróginos o de moda andrógena no solo se limita a la frontera o barrera que separa al hombre de la mujer, sino que va mucho más allá.
A nivel histórico, la moda andrógena que surge en los años 20. Para entender este fenómeno, un tanto peculiar para la época, hay que conocer su significado, para luego evaluar sus causas y contemplar los ejemplos más cercanos a nosotros desde la música y la moda.
Es interesante rastrear los inicios del estilo andrógino, lanzado por la actriz y cantante alemana nacionalizada estadounidense Marlene Dietrich (1901-1992) en los años 30, tanto para el cine como para su vida privada con su marido Rudolf Sieber (1897-1976). Asumida como bisexual tuvo un tórrido romance con el actor y cantante francés Jean Gabin (1904-1976) y famosas relaciones lésbicas con la actriz sueca Greta Garbo (1905-1990) y la francesa Edith Piaf (1915-1963)
Marlene Dietrich | Rudolf Sieber | Josef von Sternberg |
Jean Gabin | Greta Garbo | Edith Piaf |
A partir de allí siempre reflejó la imagen de una mujer independiente y transgresora, siguiendo los guiones del director de cine norteamericano de origen austriaco Josef von Sternberg (1894-1969) descubridor de Marlene Dietrich, en los siete films que hizo con ella, adonde sus gestos y la vestimenta revelan la ambigüedad seductor/a, mezclando estrechamente la sexualidad femenina con la masculina.
Así en el film “Morocco” (1930), por ejemplo, se la ve deslumbrante, con frac impecable y galera.
En “La Venus rubia” (1932) se la ve otra vez con frac, recalcando sus detalles favoritos de la corbata moñito, el chaleco que se ajusta con gesto andrógino sutil o la mirada a los gemelos elegantísimos de sus puños.
Una versión algo más femenina de esa ropa es la que usó en “Ángel” (1937), cuando desechó el pantalón por una falda larga, pero no abandonó el saco esmoquin ni la camisa severa del frac.
Si bien Marlene Dietrich nunca fue esclava de la moda oficial o de los cambios rápidos, siempre se mantuvo fiel a su estilo propio, sin traicionarlo jamás. Estaba construido en base a la sofisticación, la provocación calculada hasta el milímetro. Y eso que cuando sus piernas fueron emblema privilegiado de lo femenino, espléndidas por cierto y protagonistas hasta de canciones de Cole Porter, siguió firme en su gusto por los pantalones o las faldas a mitad de pierna o largo Chanel. Nunca vistió minifaldas.
En resumen: Los roles sexuales hacen referencia a características de la personalidad, actitudes y conductas que cada cultura atribuye a los sexos.
Las diferencias en los comportamientos de varones y mujeres se deben en gran parte a estrechas interacciones entre la herencia específica y la presión socio-cultural.
El postmodernismo revela cambios radicales en la civilización y se facilita el paso a un pensamiento más holístico. Dicha perspectiva postmoderna, permite el surgimiento de una sociedad en la que los rasgos o atributos antes asignados a cada sexo, se presentan indistintamente en ambos géneros y se considera deseable que así ocurra.
Con esta ponencia se pretende enunciar y analizar el papel actual de la androginia en el comportamiento humano y los posibles usos del concepto en la psiquiatría actual.
De manera tal que, la androginia es la ambigüedad sexual de características físicas o psicológicas.
Como término define el comportamiento social o la vida sexual estipulada por las características del afeminamiento o la masculinización, las cuales son frecuentemente interpretadas vulgarmente como peyorativos.
El afeminamiento o masculinización de una persona no son determinados por ningún tipo de orientación sexual, ninguno de los dos se relaciona con un tipo de preferencia erótica particular. La androginia psicológica (afeminamiento y masculinización) habitualmente no son considerados, por algunos, como identidades transgénero.
El afeminamiento es un patrón social que introduce las nociones tradicionales de la feminidad dentro de la masculinidad, es decir, es todo aquello que en expectativa de ser masculino, resulta femenino; involucrando la conducta individual, el comportamiento social y la expresión cultural.
El afeminamiento es socialmente relacionado como un atributo clave de la homosexualidad masculina, aunque éste no dependa de ninguna manera de la orientación sexual.
La masculinización es también socialmente relacionada como un atributo clave de la homosexualidad femenina, aunque ésta no dependa de ninguna manera de la orientación sexual.
La masculinización es un patrón social que introduce las nociones tradicionales de la masculinidad dentro de la feminidad, es decir, es todo aquello que en expectativa de ser femenino, resulta masculino; involucrando la conducta individual, el comportamiento social y la expresión cultural.
Dentro del comportamiento humano tanto el afeminamiento como la masculinización se identifican con la adopción de manierismos y expresiones atribuidas socialmente a determinado género dentro del patrón conductual de un individuo del género opuesto.
El afeminamiento y la masculinización se relacionan con diversas identidades transgénero que involucran la feminización y masculinización social, psicológica o física de un individuo que desea vivir y ser aceptado como una persona del sexo opuesto.
El afeminamiento por lo tanto es la presencia en un varón de gestos, conductas, actitudes, y otros indicadores de la tipificación de los roles de género femeninos que se pueden expresar por un cierto grado de amaneramiento. No es un signo precursor necesario de una futura elección homosexual de objeto erótico. Pueden existir factores biopsíquicos determinantes.
El marimachismo (masculinización), es la presencia en una mujer de gestos, conductas, actitudes y otros indicadores de la tipificación de roles de género masculinos que se pueden expresar por cierto grado de virilización. No es un signo precursor necesario de una futura elección homosexual de objeto erótico. Pueden existir factores biopsíquicos determinantes.