IV. DIAGNOSTICO
El fetichismo es una “ parafilia que requiere para lograr la excitación sexual, de la masturbación, el coito y o la fantasía con objetos no vivos como ropas, zapatos, cabellos o uñas que son utilizados de manera repetida y preferida para obtener la descarga erótica.”. Se trata, como vimos, de una parafilia por alteración en la elección de objeto.
El DSM IV TR establece tres criterios para el diagnóstico de fetichismo:
A. El plazo de seis meses de duración de las fantasías sexuales recurrentes y altamente excitantes, impulsos sexuales y comportamientos ligados al uso de objetos no animados. Es decir, la atracción sexual, que provoca gran placer, se dirige hacia objetos no animados que generan fantasías, impulsos y comportamientos sexuales, como la masturbación y excepcionalmente el coito.
B. Estas actividades provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo. Es decir, provoca interferencias en la vida social, laboral y sobre todo marital del individuo. Raramente consulta al médico.
C. Los fetiches no deben ser únicamente artículos de vestir femeninos como los utilizados para travestirse (fetichismo trasvestista) o aparatos diseñados con el propósito de estimular los genitales.
De manera tal que:
1 Los fetiches pueden ser: una prenda de vestir como soutienes, bombachas, slips, zapatos, botas, medias, ligas, polleras, blusas y cualquier otra prenda de vestir femenina, ya que el fetichista se trata predominantemente de un varón heterosexual en la mayoría absoluta de los casos.
Autores como Eric J Trimmer director del “Diccionario visual del sexo” afirma que el fetiche de goma, denota tendencias fetales, como acurrucarse en una bolsa húmeda y oscura, así como recuerdos infantiles de sábanas de goma o pañales protectores. El olor a la goma también es importante. En cuanto al cuero negro y brillante con remaches metálicos implica agresividad masculina, y el olor a cuero suele acompañarse de fetichismo de las botas casi siempre vinculado con el servilismo y el sadomasoquismo.
2 También pueden ser contemplados como fetiches, partes del cuerpo inertes como cabellos (por ej.: trenzas) vello pubiano desprendido de los genitales, trozos de uña, etc., o partes del cuerpo no genital como pies, manos, orejas, etc.. Si la preferencia es por mamas, nalgas o genitales, no se trata de una parafilia típica, pues poseen carácter sexual explícito. Los accesorios de limpieza o arreglo físico, como un peine, un cepillo, peinetas, alfileres, prendedores o collares, pulseras o anillos, también pueden convertirse en fetiches.
3 Los talismanes parafílicos son objetos cuya significación secreta sexual es exclusiva del fetichista e incomprensible para los demás. Entre las formas raras de fetichismo está la dendrofilia por la que el sujeto se excita al contacto con las ramas de las plantas, y el cohabitacionismo con maniquíes, o almohadas.
4 Puede afirmarse que las modas masculinas y femeninas siguen las preferencias fetichistas en cuanto a ropas, pero no puede hablarse de fetichismo parafílico si no se cumple con las condiciones de ser estimulantes selectivos, que transformen directamente el objeto inanimado y neutro en un objeto sexual en sí mismo. No debe confundirse un objeto inanimado, pero fabricado especialmente para excitar sexualmente, como un vibrador, un pene artificial, una muñeca inflable, con un fetiche. Tampoco el uso de prendas del otro sexo como parte del travestismo o fetichismo trasvestista, ni tampoco el uso de ropas del otro sexo como condición para lograr la excitación y el coito, pues en esos casos lo excitante no es la ropa en sí sino el uso de las mismas.
5 En el fetichismo propiamente dicho, se ve la ropa transformada en fetiche, se la utiliza fuera del cuerpo como excitante y el fetichista puede pedir que se la ponga ella o que se la ponga a él, pero ya en pleno acto sexual. Se trata de un objeto necesario para la excitación sexual y su ausencia provoca disfunción eréctil en el fetichista, así como una gran frustración si la pareja no consiente a sus pedidos.
El diagnóstico clínico nos ha permitido observar que el fetichismo suele comenzar en la adolescencia, pero con fetiches que ya han adquirido una especial significación en la infancia por condicionamiento asociativo entre el objeto y la excitación sexual.
Una vez establecido, se hace crónico con periodos de empuje coincidentes con estrés y o depresión.
Lo más común es que el fetichista sea un varón de edad mediana, heterosexual, practicante habitual de la masturbación mientras mira, huele, sostiene, acaricia o manipula el fetiche. El mismo tiene un valor simbólico que sustituye al objeto hétero u homosexual habitual.
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