3. ALGUNAS CONSIDERACIONES MEDICO LEGALES
En psiquiatría forense es de capital importancia tener un concepto claro sobre términos como agresión y violencia sobre todo para comprender desde el punto de vista sexológico la problemática de la violencia sexual.
La agresión implica el ataque a una persona con la intención de causarle daño, es decir es la conducta por la cual una persona inflige daño a otra.
Frente a lo objetivable (conducta) surge la necesidad de explicar la intención (motivos).
La violencia es como la agresión una conducta que produce daño, pero existe la tendencia a utilizar el término violencia cuando la acción es muy intensa e involucra a múltiples víctimas.
Toda conducta violenta es mejor comprendida como el resultado de una interacción entre la personalidad previa del actor, su estado actual, su situación interpersonal y el contexto social en que desarrollo el acto agresivo.
Así por ejemplo si el comportamiento sexual de una persona daña el cuerpo o la salud de otro, distorsiona la sexualidad de un menor, aunque medie consentimiento de quien lo sufre, constituye un delito, ya que. la producción de lesiones está contemplado en los Art. 89, 90 y 91 del CP..
Los actos de violencia contra las personas por motivos sexuales (al decir de Mayer-Gross 1958) constituyen una parte importante de todos los delitos serios y pueden llegar a adquirir las formas más inhumanas de asesinato.
El crimen por placer constituye casos extremos de sadismo donde la víctima es asesinada y a veces mutilada con el fin de provocarle al ejecutante gratificación sexual (orgasmo por el acto violento y no por acción coital)
El llamado crimen sádico serial (parafilia como móvil del homicidio) está contemplado en el Art. 80 inc 4to del CP (homicidio por placer) ya que la causa y la razón del hecho tiene un origen sexual,
Quedan descartados aquellos en que la muerte es el resultado de una violación (ocultación del delito, Art. 81 inc 7* CP) y la actividad necrofílica (el cadáver es una cosa es decir, no hay homicidio, por lo tanto no hay delito).
En ciertas ocasiones un cuadro de automutilaciones puede inducir a error en el diagnóstico diferencial con el homicidio sádico.
Aunque las automutilaciones son raras en sus formas letales, pueden representar un problema diagnóstico en medicina legal, puesto que pueden simular un crimen sádico.
Lo importante con relación a la asfixia sexual es lo relativo al diagnóstico diferencial, dado que la víctima de asfixia sexual puede serlo de un homicidio secundario, sería por ejemplo, una agresión sexual (por Ej., violación) que termina en homicidio por estrangulamiento.
La observación de criminales seriales con motivación sádica no es frecuente.
Tampoco es habitual encontrar insanos (alienados o enajenados de larga data) entre los seriales.
Lo que es frecuente es hallarlos en la literatura y la bibliografía. Allí se citan ejemplos temibles de asesinos sádicos que degüellan, decapitan, estrangulan, o mutilan a sus víctimas con más o menos ciega impulsividad o con un refinamiento llevado al máximo de crueldad.
Algunos de estos casos descriptos buscan un tipo definido y concreto de víctima; otros matan en forma indiscriminada y en serie, muchos buscan niños, otros animales.
Se trata de individuos que suman a la tendencia homicida un auténtico interés sexual sustitutivo de la finalidad sexual adecuada, ya que su sexualidad es deficitaria o permanece insatisfecha.
De ahí que los homicidas suplan esta insatisfacción inasequible, como parece ser el célebre caso del Mariscal de Francia Gilles de Rais que pasó de valeroso guerrero y prodigo hacedor de conventos e iglesias a un pedófilo que degollaba luego a sus víctimas para utilizar su sangre en prácticas mágicas y luego quemar sus cadáveres.
Entre ellos, han que citar también a aquellos que comen parte de la carne de sus víctimas o que beben su sangre, asociando a su sadismo supervivencias de una sexualidad digestiva (mezcla de los instintos de nutrición y reproducción)
Casos célebres como el de Peter Kürten, el asesino de Düsseldorf que fue juzgado por nueve crímenes y que confesó muchos más, había comenzado sádicamente su carrera delictiva torturando animales en la infancia y a los nueve años realiza su primer crimen cuando impidió volver a bordo a un compañerito que se cayó de una balsa mientras se estaban bañando. Fue luego agravando sus crímenes al ver que no llegaba al orgasmo con actos de menor violencia.
En general lo que se observa es el delincuente sádico usa la violencia como medio para conseguir lo que quiere (dinero, poder, sexo, etc).
La humillación de la víctima y el causarle dolor se constituye en el componente integral de su satisfacción sexual (verdadero sadismo)
El agresor hostil por reivindicación es de frecuente observación ya que estos individuos realizan actos agresivos sexuales seriales por venganza proyectada y puede llegar hasta el asesinato como respuesta agresiva a su sentimiento de perjuicio.
El agresor dependiente es también de observación frecuente. Utiliza la violencia para reafirmar su poder porque se trata de un incompetente sexual que necesita ejercer la violenta sobre su víctima como intento de reparar la frustración sexual histórica, que a pesar de las vanas reiteraciones agresiones nunca la llega a compensar.
En el agresor impulsivo, no es habitual encontrarlo entre los seriales ya que la acción es el resultado de una situación ocasional o para aprovechar “la oportunidad”, que se le presenta en el transcurso de otros hechos delictivos, por lo que no sigue el patrón habitual que se observa en los seriales.
El agresor degradador se observa con cierta frecuencia y produce delitos ritualizados y reiterados para someter primero a la víctima a una seducción o acoso iterativo, y luego planea la acción violenta para degradar y hasta aniquilarla con profundo desprecio.
Cualquiera que sea la motivación sexual que lleva al delincuente a reiterar sus agresiones sexuales al examen pericial que nos solicita el magistrado debemos poder precisar el diagnóstico psiquiátrico forense de las facultades mentales del actor al momento del hecho que se le imputa.
De manera tal que la valoración medico-legal de los delitos de origen sexual supone poner en relación el tipo de delito cometido, con la personalidad del delincuente valorando como ya es habitual su capacidad de comprensión del hecho y la voluntad para dirigir su acción. como consecuencia de padecer una alteración morbosa de las facultades, una insuficiencia o un estado de inconsciencia de las mismas (Art 34 inc 1ro CP).
La comprensión suele estar conservada en todos los trastornos psicosexuales salvo el caso de algunos oligofrénicos, en demencias con trastornos orgánicos de la personalidad y ocasionales cuadros psicóticos. También debe valorarse la situación del conocimiento bajo la influencia de sustancias tóxicas preferentemente el alcohol. y o drogas. En general lo único que hacen los tóxicos es aflorar la patología de base, por lo tanto en la mayor parte de las ocasiones el sujeto conoce lo que realiza y el valor antijurídico de su conducta
Mas complejo es el estudio de la voluntariedad de los sujetos que llevados de su trastorno psicosexual llegan a la comisión de un delito en situación de compulsión. En estos casos la conducta sexual perturbada se expresa como un patrón de comportamiento que se reitera y se sistematiza frente a los estímulos sexuales que “ detonan” la compulsión, hecho que los torna a veces reincidentes. y peligrosos A medida que se tornan inimputables su tratamiento suele ser más dificultoso, a veces estéril y aumenta paralelamente su grado de peligrosidad
La imagen del sexópata agresivo y compulsivo, insaciable en su necesidad de ultrajar y/o asesinar a sus víctimas, no es un hecho habitual o común dentro de la delincuencia sexual. La mayoría de los agresores sexuales no matan a sus víctimas, solamente disfrutan o gozan con el placer que le determina su conducta sexual perturbada.
Por lo tanto debe diferenciarse las perturbaciones sexuales sintomáticas dadas en una personalidad psicótica o con disturbios mentales graves ( oligofrénicos, trastornos de la personalidad con las distintas variantes psicopáticas, la estructura bordeline y los episodios o reacciones vivenciales anormales) de los perturbados sexuales genuinos cuya disfunción y/o desviación o parafilia configura un patrón sexual impulsivo o una estructura sexopática de difícil modificación.
En resumen: el examen pericial psiquiátrico sexológico del delincuente sexual serial requiere un meduloso estudio para llegar a las conclusiones médico-forenses que como asesores nos requiere la Justicia. El Tribunal en última instancia es el que decide sobre la imputabilidad o no del delincuente.