5) Algunas consideraciones psicopatológicas
El abordaje científico de los problemas sexuales es relativamente reciente, de hecho se inicia a fines del siglo XIX.
Los científicos que antecedieron al psicoanálisis habían conceptualizado a las actuales trastornos o desviaciones sexuales (según el criterio de la OMS) o parafilias (según el DSM IV), como anomalías del instinto, como una especie de “teratología instintiva”, siendo el más importante representante Richard von Kraft-Ebing en 1869 cuya publicación máxima “Las psicopatías sexuales” vio la luz en 1928.
Desde el punto de vista biológico, se han realizado un gran número de estudios dirigidos a encontrar patología orgánica que explique la conducta parafílica.
La pregunta que queda sin contestar es si los polimorfos hallazgos encontrados en investigaciones de parafílicos: niveles hormonales anormales, alteraciones cromosómicas, dislexia, epilepsia, trastornos mentales, retrasos etc., son simples hallazgos asociados o, han tenido relación causal con la orientación parafílica.
Últimamente se ha sugerido, como luego veremos, que la conducta parafílica pueda ser una presentación clínica del trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) o como parte del espectro obsesivo-compulsivo (Kruesi 1992).
El descubrimiento freudiano de la sexualidad infantil y el papel que continúa desempeñando en el adulto permitió a conceptuar a las “perversiones” como consecuencias de un desarrollo problematizado de la sexualidad infantil, las que se consideró como conductas infantiles anacrónicamente fijadas.
Así para el psicoanálisis, las perversiones representan placeres primitivos prohibidos cuya exigencia es casi absoluta. Esto supone la imposibilidad de despegarse de los sistemas primitivos de satisfacción que es lo mismo que decir que, la “fijación” representa la elección primaria, la elección de la perversión como fenómeno anacrónico. Mientras que el fracaso de las nuevas experiencias sexuales que no puede integrar, hace al individuo “regresar” hacia sus primeras experiencias. La regresión es la fuerza que retropulsa al individuo hacia los sistemas primitivos de satisfacción.
El psicoanálisis sostiene que la neurosis es el reverso de la perversión. En la neurosis todos los síntomas se forman contra el sistema pulsional activo que no es aceptado por el yo (egodistonía). En la perversión, la conducta arcaica es asumida y deseada por el yo (egosintonía). El perverso tolera la perversión.
Existen otros autores que han intentado dar una explicación a la problemáticas de las parafilias. Mencionaremos algunas opiniones vertidas en los últimos años.
En Zurich un psicoanalista de vanguardia como Fritz Morgenthaler (1988) piensa que las parafilias cumplen la función de “cerrar, sellar o rellenar “la hendidura creada por una abertura en el desarrollo narcisista. Es decir, los adultos parafílicos, piensa el investigador, fueron niños cuyos desarrollos del “yo” y de la libido tuvieron lugar en base a un desarrollo narcisista con la ayuda de un cierre o relleno.
El checo Kurt Freund, una de las más altas figuras en materia de psicopatología sexual en Praga, en 1983, había establecido que las desviaciones sexuales (según el CIE10) forman parte de lo que él llama “trastornos de cortejo” haciendo una analogía etológica con los animales.
El psicoanalista norteamericano Robert Stoller (1985) sostiene que, las conductas perversas son la expresión de la hostilidad (forma erótica del odio) en las que, las fantasías sexuales o los actos sexuales perversos se convierten en el medio de desquitarse de traumas infantiles, relacionados a menudo con la conducta de los padres que, inhiben el desarrollo del niño, mediante castigos o amenazas, es decir, es una revancha escondida en las acciones que la maquillan y que, sirven para convertir un trauma infantil en un triunfo adulto. Es por lo tanto, una traducción del deseo de lastimar, herir, degradar, humillar, ser cruel con alguien.
Para el psiquiatra Charles Moser (1992) del Instituto en Estudios Avanzados de Sexualidad Humana de San Francisco, California, las parafilias no son procesos aprendidos en el sentido del aprendizaje clásico. Las parafilias serían la “lujuria” hacia objetos no comunes o inapropiados. La lujuria, para este autor es, una respuesta sexual fuerte clara e individual hacia estímulos sensoriales específicos, reales o imaginarios (visuales, auditivos, olfatorios, táctiles y/o gustativos) que, puede ser entendida como una “pasión” alrededor de un estímulo sexual. Moser comenta que cierta gente nace con una especie de “química” que le hace ser especialmente apasionado o ligado a la sexualidad, siendo la parafilia una deformación de esta cualidad humana a la que el contrasta con el deseo o la erotización.
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