4) Características del delincuente sexual
De la observación en el CMF como perito médico psiquiatra he visto que el 80 al 90 % de los delincuentes sexuales no presentan signos de alienación mental, es decir que, hasta que se demuestre lo contrario, son jurídicamente imputables.
De ellos, alrededor del 30% de los delincuentes sexuales no se le detectan groseros trastornos psicopatológicos de la personalidad y su conducta sexual aparente, presenta o aparece con visos de adecuación al medio social, es lo que llamamos “parafrenia sexual”, es decir, se observa una disociación conductual entre la vida privada y la pública, y esto es de capital importancia para comprender el accionar delictivo del agresor sexual.
A esta disociación, dijimos, la denominamos “parafrenia sexual”, haciendo una analogía con la forma delirante que se observa en algunos psicóticos crónicos en que, existe una bipolaridad entre los núcleos delirantes encapsulados que no se manifiestan explícitamente si no se los explora y, el discurso habitual del paciente que presenta aparentes visos de mantener un juicio de realidad en el contexto social.
El resto de éste grupo (el otro 70%) esta compuesto por individuos con trastornos de la personalidad con conductas psicopáticas y /o antisociales con o sin perturbaciones sexuales manifiestas (disfunciones y/o parafilias o desviaciones).
El grupo minoritario (10 al 20%) está compuesto por individuos que presentan graves problemas de personalidad de características psicóticas alienantes en su gran mayoría jurídicamente inimputables.
Por lo tanto, la asociación tradicional de correlacionar necesariamente delito sexual a psicopatía debe ser desacreditada. La psicopatía exige impulsividad, falta de remordimiento por lo realizado, incapacidad de vínculos afectivos reales, agresividad, dificultad para aprender con la experiencia, etc., y muchos de los delincuentes sexuales no pueden ser descriptos de este modo.
La creencia de que el violador (abusador sexual con penetración) por ejemplo, actúa impelido por fuertes deseos sexuales, se ha visto desacreditada en la actualidad, al menos como explicación genérica.
Otro tanto ocurre con la aseveración consistente en calificar, a los agresores sexuales como enfermos mentales. La ausencia de enfermedad mental manifiesta sobre todo en los violadores es habitual, y por lo general lo que se observa, son individuos con conductas aprendidas en el marco de una socialización deficitaria.
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