5. La criminodinamia
El asesino serial suele presentar una secuencia psicopatológica en su accionar delictivo.
El proceso se suele iniciar cuando el potencial asesino empieza a recrear su mundo de fantasías disociando su conducta externa que aparece como normal de su introspección psíquica alterada. Sus sueños diurnos de destrucción y muerte van debilitando progresivamente su contacto con la realidad.
La idea criminal se va tornando insistente por lo que comienza una búsqueda imperiosa de la posible víctima de acuerdo a sus necesidades fantaseadas hasta que termina marcando la “presa” que coincide con su “patrón interno”.
Comienza así una etapa de seducción. Por su perfil psicopático siente un placer especial en seducir a sus victimas para atraerlas hacia sí, trasmitiendo una aparente confiabilidad lograr así cierta intimidad.
Posteriormente se lanza a la captura de la presa a través de crear temor en ésta, juego que realimenta su placer criminal.
El asesinato propiamente dicho es comparado al clímax erótico sexual. El asfixiar, golpear, herir, quemar, envenenar, etc., de acuerdo a las preferencias homicidas suelen ir asociadas o ser equivalentes a un orgasmo. Previo al acto homicida suele ser común la tortura (motivación parafílica sádica).
Como ocurre con el orgasmo sexual, el placer que conlleva suele ser efímero, razón por la cual el asesino suele guardar algo de la víctima que le rememore el acto. Puede recrear de esta manera la escena con posterioridad, así como el placer obtenido. No es tan infrecuente la necrofilia posterior a la muerte como forma de obtener ese cuerpo (necrofilia homicida).
Luego del hecho delictivo el serial suele presentar un periodo de acalmia, como un período refractario de su sexualidad, acompañado de un estado de lasitud que puede llegar hasta la depresión y aun a un eventual intento de suicidio. Si supera este momento aparece un impulso recurrente de renovado deseo de cometer un nuevo hecho (31, 46, 53, 55, 74, 75).