1. Introducción
Hace 36 años he publicado en la Revista Argentina de Sexología y Educación Sexual (Año I, Vol. I, Nº 2 Pág. 23/30, sep. 1970) un “Ensayo sobre la prostitución en un barrio de la Capital Federal”, síntesis de dos trabajos presentados en la primitiva Sociedad Argentina de Sexología, decana y pionera en nuestro país, para optar a miembro titular de la misma, con los títulos de “Ensayo sobre la prostitución en un barrio de la Capital Federal” y “Causas de prostitución detectadas, su problema y la educación sexual” presentadas en los meses de agosto y septiembre de 1968.
Desde aquel momento hasta la actualidad ha pasado el tiempo suficiente como para realizar una actualización teniendo en cuenta los grandes cambios observados a nivel cultural por parte de nuestra sociedad.
Para ello haremos algunas reflexiones sobre los enfoques psiquiátrico, sexológico y médico legal.
Es importante tomar en cuenta que para abordar esta temática no se habla de un mundo fácil de goce y placer, que es la figura que socialmente se tiene de la prostitución (sobre todo el de la prostitución femenina). No se habla de un mundo cruel, donde la violencia y la total falta de consideración por la condición humana de una persona agudizan un estado general de abandono y postración en vida de estas personas, que deben correr un sinnúmero de riesgos para subsistir, soportando vejaciones y humillaciones de una sociedad que las segrega y estigmatiza, asociándolas generalmente con el crimen y la vida disipada e irresponsable.
Viven o sobreviven entre tres tipos de abuso: el que viene de autoridades corruptas; el que ejercen clientes prepotentes y el de los dueños de los locales.
También es importante considerar que mientras los impulsos sexuales del hombre y la mujer sigan constituyendo una de las necesidades más fuertes de la naturaleza existirá la prostitución. Es una situación lamentable, indudablemente, y sin embargo no puede ser considerada un delito, no teniéndose por tanto justificación para considerar a la persona prostituida con desprecio y odio.
Si no se solicitaran sus servicios, y si no llenara una necesidad definida, esta actividad no existiría. Si no fuera por el alivio ofrecido por esta actividad, muchas más personas estarían en riesgo de ser abusadas sexualmente. La violación, el abuso de menores y otros delitos de por si habituales serían de una frecuencia alarmante si no existiera la actividad prostibularia.